En
las esquinas aun rebotan
los
susurros de los muertos desamparados
de
las voces del pasado.
La
sangre sigue corriendo
sin
un rumbo definido
por
las aceras,
plasmándose
en las paredes.
Conmemorando
actos prehistóricos,
día
tras día, asesinatos, masacres, etc.
Permanecen
en los arboles,
en
la piel y los huesos de los niños
que
nacen con sus ojitos de alegría,
de
sufrimientos y melancolía.
Sintiendo
en su “insapiencia”
el
aire de inconciencia…
…heredado.
Pero,
quién soy yo
para
juzgar la naturaleza humana,
la
perfección de los milenios,
la
“fucking” historia.
Soy
solo un eco,
que
repite las voces de la locura,
de
los partidarios de la esencia,
de
los partidarios de conciencia.
Estoy
aquí,
dos
mil años después de Jesús,
y
unos cuantos menos que Mahoma,
con
mi voz inaudita,
inhalando
violencia,
exhalando
paz.
Siempre
ha sido lo mismo,
que
variación de intensidad,
siempre
ha sido lo mismo
en
esta cabrona humanidad
que
en un porciento generalizado
no
ha superado su “pubertad mental”.
Viven
una etapa fantasiosa,
siguen
el mismo sueño de sus ancestros.
Solo
los sabios despiertan
y
superan esta realidad,
que
la ambición, el odio
y
el egoísmo, controlan.
El
que tenga oídos
que
aprenda a escuchar,
el
que tenga ojos
que
aprenda a observar,
el
que tenga voz
que
aprenda a hablar,
el
que tenga mente,
que
aprenda a razonar
y
el que sepa razonar
que opte por liberarse
y
liberar a los demás.
Autor: José Israel
Negrón Cruz
Escrito el 4 de
febrero del 2000
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