COLECCIÓN LITERARIA

Análisis: El legado de 1898 en Puerto Rico. Confrontación y ambivalencia cultural” de Antonia Domínguez Míguela.


         Desde la mirada de la autora que nos ocupa: “La guerra política y militar entre España y Estados Unidos no termina ello de Diciembre de 1898 con la firma del Tratado de Paris sino que se perpetúa ideológica y culturalmente hasta nuestros días en Puerto Rico”. Con este discurso, expone que dentro de la cultura y la ideología (siendo intencionalment redundante) existe un ejercicio de resistencia ante la Invasión Norteamericana del 1898. Este argumento esbozado en el inicio del texto es “pie forzado” para identificar  las posiciones en cuanto a la llegada de los norteamericanos a Puerto Rico y sus posibles efectos. El texto presenta la condición colonial de la Isla como penosa: “un territorio que ha sufrido transformaciones históricas considerables pasando de ser colonia tradicional a colonia postmodema actual que se debate entre los límites y definiciones de la identidad política y cultural de una nación”.  Esto provoca una lucha en la política, literatura y cultura en general entre dos grandes paradigmas; el primero el constructo de lo que es ser puertorriqueño con todo lo que esto implica y el modelo de la otredad, el ser norteamericano.

“Desde la Isla se añora el pasado aristocrático español mientras se ensalza el crecimiento económico que la industrialización norteamericana ha traído a Puerto Rico, se evocan los versos patrióticos de José Gautier Benítez, mientras se vota a favor de la estadidad”. Creado una dualidad entre lo que nos formó como puertorriqueños, el pasado aristocrático puertorriqueño, las letras españolas, latinoamericanas y nativas, los múltiples ejercicios culturales que van desde la comida hasta la música  y aquello que supuestamente podemos alcanzar por el ejercicio fútil del voto hacia la estadidad. Y enfatizo en que es una suposición, porque la realidad política es otra, el que gane la estadidad mediante un voto colonial no implica una anexión a los Estados Unidos de América.  Desde España suele ser recurrente el darle énfasis a la perdida de Cuba, como territorio, sin analizar el caso del devenir de Puerto Rico y del choque entre la cultura anglosajona con la hispana que provoca unas transformaciones o “deformaciones” culturales-sociales que vale la pena estudiar al dedillo para comprenderlas en lo mayor de lo posible y comprendernos a nosotros mismos dentro de u ejercicio de introspección sincera.

            Los Estados Unidos de América durante el periodo de Invasión y subsecuente  se presenta como una nación que liberta pueblos de la tiranía de caudillos autoritarios. Mientras explota otros, sin misericordia alguna, siendo penosamente, el segundo, el caso que atañe a Puerto Rico; un pueblo explotado por las condiciones que impone el coloniaje postmoderno. Aquí encontraríamos la mirada negativa del coloniaje dentro del proceso de colonización en sí mismo, siendo los puertorriqueños los explotados, las victimas. Sin embargo, el proceso colonial, presenta ventajas para el colonizador; unos Estados Unidos que se alzan ante el mundo como estandarte de la libertad, mediante discursos demagogos que fueron aceptados, sin mucho cuestionamiento en las primeras décadas del siglo veinte.   

EL discurso paternalista de los nuevos colonizadores, engaña un sector mayoritario de las masas que ha falta de la capacidad de elaborar un pensamiento crítico de su condición colonial lo digieren sin mucho cuestionamiento. Las promesa de brindar una protección a la propiedad y vida de los puertorriqueños por medio las garantías de las instituciones liberales de su gobierno. Es irónica ante la expropiación de las tierras campesinas, para crear las grandes centrales azucares y otros monopolios. Las tantas e incontables muertes en la Primera y Segunda Guerra Mundial, en Corea, Vietman, nos llevan a cuestionarnos, donde está la protección a la vida de los puertorriqueños.  

Aunque la llegada al poder del Coloso norteamericano se caracteriza por un periodo de opresión militar, que presenta uno de los periodos más sangrientos de nuestra historia. La Isla sirve  Que prepara para realizar experimentos políticos, militares y sociales con los puertorriqueños y en la mayoría de los casos sin su propio consentimiento. Así que aunque en forma discursiva se habla de libertad y prosperidad, la realidad práctica es diferente.

            Otra desventaja importante que sufre el pueblo puertorriqueño lo esta en el renglón del café y sus ventas, el cual se va a pique, ya que el principal mercado comprador de este producto lo es España y los países europeos, un contacto comercial que se pierde con la llegada de los norteamericanos.

            La comunidad intelectual puertorriqueña de finales del siglo XIX y principios del siglo XX se sintió igualmente decepcionada, esto se ve en la posterior literatura la cual se presenta como una de pesimismo y añoranza al periodo español perdido. Dos poetas que se destacan por la defensa cultural de pan-hispánico lo son: José de Diego Padró y Luis Llorens Torres, los cuales presentan un modelo cultural antagónico al norteamericano. Para Llorens y José de Diego Padró, la identidad cultural se define por medio de los siguientes parámetros; religión, lengua y raza, los cuales benefician lo español dentro del contexto de la colonización. Ellos se reafirman en que somos culturalmente españoles o de ascendencia española siendo más precisos en el análisis. Esta mirada representa las raíces autóctonas de lo que es ser puertorriqueño. Lo que provoca un latinismo que nos une a las naciones de América con un pasado común español y que se contrapone a los procesos de asimilación que se intentan imponer por medio de la cultura anglosajona. Esta idea nos es propia de los puertorriqueños sino que es compartida por otros latinoamericanos, como el cubano José Martí. Dando paso a un ambiente antiamericano que reina en las primeras décadas del siglo XX. Desembocando eventualmente en la creación del Partido Nacionalista y del Partido Independentista Puertorriqueño.

            Con la formación del Estado Libre Asociado Puertorriqueño  se crea una ilusión de autonomía cultural que logra apaciguar los sentimientos anticoloniales de los puertorriqueños. Después de la caída de la URSS, los Estados Unidos parecen haber perdido el interés en Puerto Rico. Otro problema que confrontan los puertorriqueños es la dislocación espacial producto de la migración, la cual favorece al colonizador al proveer mano de obra barata y manejable, mientras va en detrimento del colonizado que ya ha perdido su tierra y ve amenazada su identidad. Producto de este proceso migratorio surgen grupos como los “nuyorican” que son un vivo ejemplo de lo que el texto denomina como biculturalidad y que goza de autores como Pedro Pietri y Esmeralda Santiago. Paradójicamente, la literatura puertorriqueña en los Estados Unidos, hoy en día, es la más comprometida con el tema de la identidad cultural y funge como un ejercicio de resistencia dentro del mismo Imperio.

            El futuro de Puerto Rico tal cual fuera hace un siglo, sigue siendo incierto, la situación colonial sigue siendo únicamente ventajosa para el colonizador y va siempre en detrimento o desventaja del colonizado.

José Israel Negrón Cruz
diciembre del 2014

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