COLECCIÓN LITERARIA

Apreciación y análisis de El Montero de Pedro Francisco Bonó

Leer el texto   ------)  EL MONTERO / Pedro Francisco Bonó

La novela El Montero de Pedro Francisco Bonó se escribe en 1856; año en el que culmina la Lucha de Independencia de República Dominicana con Haití. Este contexto histórico nos surgiere la necesidad de ante la realidad de esta nueva república hacia falta reafirmar lo dominicano, lo autóctono para darle cuerpo, fortaleza y espíritu a la República Dominicana. El Montero es una obra fundacional dentro de la corriente costumbrista dominicana, es la primera obra conocida que resalta  el cuadro de costumbres representativas del campo dominicano, las añoranzas y esperanzas de los campesinos, sus  luchas particulares en la montaña, vivencias, creencias y tradiciones. Al reconocérsele como la primera novela propiamente dominicana, tanto por el año en que es redacta como por su contenido,  le asigna una valía dual, que permea tanto lo histórico como lo literario.

La Novela comienza describiendo el puerto pobre de Matanzas en Santo Domingo; se acerca a su flora y la fauna del lugar, destacando las aves, vegetación y las aguas marítimas de la zona. Presenta un hombre que salió de los bohíos, era tosco, de mucha barba, pecho velludo, nariz chata y boca grande; feo pero saludable según la voz narrativa. Vestía como los monteros; pantalón de cáñamo, cuchillo, gorro de paño y sombrero. Teresa se acerca al hombre y le pregunta por otro montero; Manuel, este primero evita responder y luego indica que no lo ha visto. Luego aparece Manuel que es joven y dialoga con Juan, el primer montero, antes descrito en el texto. El relato pasa a describirnos la casa pobre pero bien aseada de los monteros, quienes fabricaban sus propios bohíos. Se reúnen en la casa de Don Tomás y comienza una discusión entre Juan y Manuel  porque este no trajo caza. La discusión termina apaciguada por Tomás. Después de un aguardiente acuerdan salir juntos a cazar al otro día. En el tercer capítulo se presenta a María, una joven de 18 años, hija de Tomás  que a pesar de no ser de las chicas más hermosa, tenía sus encantos naturales. Esta se había criado lejos de la civilización. María se enamora de Manuel, lo que provocó grandes celos en Juan, quien la amaba en secreto. Juan y Manuel tienen una pelea en el monte por el amor de María en la cual Manuel sale muy herido con un golpe en cabeza. Manzanillo el perro de Manuel llega a la casa y trata de llamar la atención de todos, siendo correspondido por María quien se sospechaba que algo malo le había pasado a Manuel. Salen al bosque y encuentran a Manuel mal herido. Tomás llama a otro criador para que lo ayude a transportarlo a la caza para poder curarlo. Se hacen halagos de la fidelidad de Manzanillo por su amo. Manuel se cura bajo los cuidados de María después de quince días en cama. Se da la boda y un extenso rito que acompaña a esta celebración donde se paseaban a caballo por todo el pueblo los novios y sus acompañantes.  La jornada tuvo fin en casa de los Hernández; una familia amiga de Feliciano; el Señor que acompañó a Tomás en el rescate, cuando este se encontraba herido en el monte. Se prepara un banquete para los recién casados y sus allegados. Cuando va a comenzar el fandango, aparece Juan y se forma una pelea en donde termina muerto Tomás. Seguido de esto, la voz narrativa hace una extensa reflexión acerca de lo perniciosa que pueden ser algunas costumbres de los monteros. La luna de miel de los recién casados se da junto al luto de Tomás. La viuda le solicita a Manuel que este se vaya a vivir con ella, ya que su se había casado con su hija y este podría sostenerlas y darle protección a ambas. Petición que este acepta. La joven pareja tuvo un hijo a quien se le pusieron el nombre de su difunto abuelo: Tomas.  Después de cuatro años, en una visita al pueblo, Manuel junto al sacerdote divisan a Juan cuando lo transportaban a la cárcel. Este según la novela, había tenido toda una vida llena de crímenes. Manuel se entera que su padre León está enfermo y muere, lo que provoca que este salga a su último duelo. En esto Feliciano le notifica a María que Juan había escapado y poco después, este aparece en las tierras donde estaba María para hacerla suya; gesta que no cumple. El ejército se acerca a apresar a Juan en la última escena. El texto termina cuando Feliciano termina asesina a Juan y reconoce debió haber sido Manuel el que librara esta última gesta.

Los personajes de la novela representan distintos estereotipos que copaban las comunidades de la montaña dominicana de principios del siglo XIX. El primero en aparecer es Juan; un hombre cuarentón de torso tosco, barbudo, pecho velludo, nariz chata, boca grande y categorizado por la voz narrativa como feo pero saludable. Este representa al ladrón de la montaña, al hombre torcido ante los parámetros morales de sana convivencia, respeto y cordialidad de los monteros. Es el villano del relato. El segundo personaje en aparecer es Teresa, la esposa de Tomás, que se presenta como una mujer diligente en las tareas del hogar, buena de corazón y que en un momento dado, tras morir Tomás; el patriarca de la familia, criador y dueño del rancho de Matancita,  queda desprotegida y recurre al amparo de Manuel que es un joven que está en los veinte años aproximadamente, viste como los monteros; chamarreta de burda tela de cáñamo, calzones a la cintura, machete, palo, vaina de cuero y usa gorro de paño en vez de sombrero, anda con los pies desnudos. Teresa representa a la mujer típica, hogareña de los monteros, mientras que Tomás, su esposo representa el estandarte masculino.  En Manuel se encarnan  las añoranzas de la vida en la montaña; el hombre joven que se vuelve patriarca de familia. Es valiente, honrado, inteligente, respeta a sus mayores y la tradición que le precede como montero. Es la figura principal dentro del discurso costumbrista dominicano de la montaña y del relato El Montero. Su pareja María es una joven que al principio del relato tiene dieciocho años de edad y aunque “no podía pretender un lugar entre las hermosas”, esto no le quitaba lo joven, fresca, del piel bronceada y cutis fino, de pies y manos duras pero pequeñas, afanada a las tareas del hogar. El relato la presenta como una mujer leal, instintiva por el bienestar de Manuel y su familia. Cuando Juan la ataca al final de la novela, se presenta como una mujer valiente, dispuesta a resistir y hasta dar su vida cuando enfrenta  los ataques de un asesino que pretendía violarla de mala manera, para no deshonrar a Manuel. Representa una idealización bien trabajada de la mujer dominicana, su carácter y vocación por el hogar. Y no podríamos olvidar a Manzanillo, el perro de Manuel. Este es leal, hábil y necesario para la sobrevivencia de Manuel en el relato, este representa la mascota de los monteros, los perros.

El ambiente de la novela es montuno. Aunque al principio nos presenta un breve espacio marino, la acción transcurre en el monte y las viviendas de los monteros, alejados de la civilización. Donde se pueden apreciar las costumbres de este sector dominicano. Lo primero que se describe es la vestimenta que utilizan los monteros en el personaje de Juan:

Su traje era el de los monteros en general; chamarreta de burda tela de cáñamo con calzones sujetos de lo mismo a la cintura por una correa con su hebilla de acero, machete corto de cabos de palo y vaina de cuero, cuchillo de monte, eslabón de afilar pendiente de la correa y con una cadenita de hierro, he aquí el vestido; agréguese que según la atinada precaución de los monteros para evitar los estorbos de sombrero entre zarzas y maleza, cubría su cabeza un gorro de paño que en su primitivo origen debía ser negro… (16)

La tradición musical del fadango ocupa un espacio importante en las costumbres del montero:

¿Y qué es el fadango? se preguntará. Oh que no se vaya a interpretar por el fadango andaluz o de otro pueblo o raza que no sea la de los monteros. El fadango no es una danza especial, el fadango son mil danzas diferentes. Es un baile en cuya composición entran: un local entre claro y entre oscuro, dos cuatro, dos güiras, dos cantores, un triple y muchas bulla, y cuando raya en lujo; una tambora. (33)

La particular manera que los jóvenes se declaraban el amor, es una refinada y efectiva:

Entre criadores y monteros, los jóvenes se declaran el amor, primero con los ojos como en todas partes, luego el hombre apoya un pie fuertemente sobre el de la mujer y esto equivale a una declaración circunstanciada y formal; si la mujer retira el pie y se queda seria, rehusa; si lo deja y sonríe, admite; en este último caso se agrega -¿Quieres casarte conmigo?- …. (33)

Otras costumbres y rasgos que vale la pena mencionar, son la hombría del campesino, que se establece como un valor, que está dispuesto a jugarse la vida con tal de vengar un agravio. Los bohíos donde estos habitaban que eran construidos por ellos mismos y siempre solían estar bien aseados, la vestimenta particular que usaban en las bodas y fiesta de boda que comenzaba con un gran cortejo y fiesta que le nombraban pavoneada la alimentación y la caza donde el jabalí o cerdo salvaje juega un papel de gran relevancia. El enfoque y descripción detallada de todas estas actividades de la vida montuna del dominicano y siendo la primera en atinar con tanta precisión a este espacio (el costumbrismo) que no había sido ocupado en República Dominicana  es lo que convierte esta obra en una fundacional.

José Israel Negrón Cruz
3 de diciembre del 2016 

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