Son pocos los
puertorriqueños que creen que el plebiscito de junio tiene importancia
para el futuro de la Isla. Ya que gane la columna de la estadidad o la de la soberanía, el País seguirá igual. Puerto Rico seguirá siendo un territorio
de los Estados Unidos de Norteamérica sujeto a los poderes del Congreso. Y el Congreso no ha dado el aval para que los boricuas ejerzan la autodeterminación de su “status
político”
por medio de las urnas. Lo que convierte este plebiscito en una simple encuesta.
Los plebiscitos están obligados a tener repercusiones políticas según las determinaciones
que tomen los votantes.
Mientras que una encuesta va dirigida a saber cuál
es la preferencia de los boricuas; ya
sea que gane la estadidad o la independencia, el efecto serán números que no provocarán ningún cambio. Es por esto que el plebiscito
es un engaño por parte del gobierno que busca pagar favores a
distintos individuos que se enriquecen con estas consultas fraudulenta.
El plebiscito pondrá a
pelear a fanáticos locales, mientras que le dejará
mucho dinero a los que realicen las promociones de uno y otro bando, a la compañía
que administre las papeletas, a los partidos y a los políticos
que tendrán algún protagonismo durante este periodo plebiscitario.
Mientras que el pueblo perderá el tiempo, sufragará
parte de los gastos operacionales con sus contribuciones y seguirá hundiéndose
en la pobreza. En este próximo plebiscito el pueblo será como siempre el gran perdedor.
José
Israel Negrón Cruz
3 de marzo del 2017
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