Las razones para borrar el mural de la Escuela
Julia Burgos en Carolina fueron políticas. Otoniel Font, amigo del
Gobernador, pertenece al anexionismo radical, que busca
lograr la estadidad, eliminando la puertorriqueñidad. Este
grupo, liderado por Roselló Nevárez ve en lo nacional, un impedimento para su
proyecto político, y atacan desde todos los flancos posibles, aquello que sea representativo de nuestra cultura. No fue accidental que la celebración de La
Semana de la Puertorriqueñidad se sacara de la agenda oficial del Departamento
de Educación, como tampoco que el mural pintado en honor a una escritora puertorriqueña
fuera borrado.
Antonio Torres Martinó, autor del mural, era puertorriqueño y
puertorriqueñista, lo que lo conviertió en un enemigo de aquellos que tienen la esperanza en que los Estados Unidos nos acepten, cuando vean elementos parecidos a los
suyos, en el liderato de las agencias de gobierno, nombres de las escuelas, lugares y espacios públicos. Este plan de transculturación, es la razón de como una escuela
que se llamaba Julia de Burgos, ahora
se llama Fountain Christian Bilingual School y como el mural que yacía en esta escuela pública y otros patrimonios culturales,
que le pertenece al pueblo de Puerto Rico, son borrados frecuentemente de forma impune, por
allegados al gobierno de turno, que por pagar un dólar de alquiler y sin pasar por un
proceso legítimo de subasta, se sienten autorizados a eliminar un legado cultural, en una estructura de la cuales no son dueños, sino meros
inquilinos, que so color de remodelación, destruyen selectivamente elementos que
pudieran invocar lo nacional.
Luis A. Ferré, en su magistral
discurso del 12 de octubre de 1968 sobre la “estadidad jíbara” dijo: “no
vamos a imponer la estadidad a los puertorriqueños. Vamos a convencerlos…”
Ricardo Roselló en su faena como gobernador parte de la premisa de que los puertorriqueños ya
están convencidos de que quieren la estadidad y que no le queda otra opción que
imponerla a la brava, ya sea con el plan Tenesse, que no le hicieron caso, legislando el voto
presidencial criollo, que no tiene ningún efecto en la política norteamericana, despilfarrando dinero en plesbicitos supuestamente avalados por el Congreso o norteamericanizando la sociedad y sus componentes
medulares.
El problema mayor es que si no nos
incorporan con estos proyectos de transculturación forzada, estaremos
construyendo una “mercocha”, un país “pirateado”, fatulo, que se conformará con
ser una réplica barata de un estado, donde los nombres de las escuelas cambian
de español a inglés y los jefes de agencia lucen apellidos como Keleher o
Higgins Third, sin ninguna consecuencia trascendental, más allá de un efecto placebo
en aquellos que sienten que todo es mejor, porque se dice en inglés o está
dirigido por un norteamericano. El que Puerto
Rico parezca un estado, no lo convertirá de facto en uno. Aunque algunos así lo crean.
Esta forma burda de adelantar un ideal político, nos traerá
como resultado que para el 2020 podamos votar de forma simbólica por el presidente
de los Estados Unidos, que los jefes de las agencias gubernamentales de nuestro
País sean entes foráneos, que más escuelas, carreteras y espacios, ostenten
nombres en inglés y que las manifestaciones de lo nacional sean coartadas por
directriz del gobierno. Porque el interés es que Puerto Rico parezca un estado, no importa si esto se logra por medio de artificios grotescos que nos convierten en una réplica barata estadounidense, que por más que parezca original, no dejará de ser eso, una copia
desautorizada. Si Luis A. Ferré estuviera vivo, no hubiera permitido que eliminaran
el mural de Julia de Burgos en la escuela de Carolina, ni que sometieran a los puertorriqueños
a vivir una “estadidad pirata”, fraudulenta, de segunda, impuesta a la brava, con mucha
fuerza, pero poco sentido.
José Israel Negrón Cruz
16 de abril del 2018
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