Sexta divagación
en cuarentena por COV-19
Ya
no hay vuelta atrás. Nuestra historia se definirá antes y después del COV- 19. Cuando
las personas escriben acerca de volver a la normalidad, me parece un chiste entusiasta
o el comentario nostálgico de un hidalgo que tuvo algo, un negocito de esquina,
una barrita de mala muerte, un vende cualquiercosa que le permitió tener una
vida sobre la media que espera con ansias recuperar. El virus nos sacó de la
nave que flotaba al garete y nos dejó suspendidos en una balsita a merced de la
marea, esperando que las olas del tiempo nos lleven a tierra firme o que
aparezca el barco grande yanqui y nos tiré una boya económica que nos salve. Los
medios de comunicación tratan a los muertos y contagiados como un asunto de
estadística. Usan un lenguaje técnico que deshumaniza la situación actual, volviéndola
en algo más propio de un reto abstracto y matemático que en un problema de índole
sanitaria con repercusión social. Hablan de la “curva” del virus para referirse
a la forma en que se multiplican los casos, del “epicentro” para nombrar al
lugar donde se descubrió el primer caso y hay más consistencia de ellos, y del
“pico” para aludir al momento de mayor intensidad. Estamos llevando las vidas a
números y conceptos que nos proporcionan cierto distanciamiento de la amargura
pandémica. Los pormenores de los pacientes, que si fulano era de Naranjito,
perencejo de San Juan con una familia de cinco en donde viven dos viejitos ya
no son importantes. Sino que hablamos de números. Hay 45 contagiados nuevos hoy
y 7 muertos. Así vamos despachando el drama humano de quien sufre el dolor de
la muerte y lo convertimos en algo menos dañino para el colectivo. Los dueños de
grandes estructuras de cementos han levantado la voz y se han unido en nombre
del comercio. Tienen miedo de que sus espacios se vuelvan antes de lo esperado
en aquellos que están destinados a ser, estorbos de concreto en medio de un
camino llano. Hay mucho plan de contingencia
pero pocos visos de una salida real que contemple la realidad de este nuevo
escenario. Ya no sé cuántos días llevo encerrado, el tiempo se ha tornado en un
asunto elástico e inconsecuente. Da igual viernes que lunes o domingo que
martes. Todo parece parte de un solo día largo que amanece y oscurece de forma
lenta. A falta de acción le damos a temas a los mismos temas; la falta de
prueba, la corrupción de las pruebas y el cheque de incentivo federal. A veces siento que llevamos un mes hablando de
las mismas cosas en un círculo vicioso que no conduce a nada de forma inmediata
y que augura la desgracia de que mañana seremos menos y más pobres que el día
antes COV-19.
26 de abril del 2020
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