Me siento
de los muertos,
aquellos que
no se palpan,
una voz en
el cielo me habla,
desahogándose
con su fuerte grito,
diciendo que
debo pagar por mi delito.
Cada mañana,
mi cuerpo
se levanta
y mis ojos
ven matanza.
Se
humedecen…
por esta sociedad que ya no avanza.
Entonces
pienso en el destino,
por mi
mente pasa,
mañana no estaré
vivo.
Mi alma no
descansa,
La gloria
nunca alcanza.
Autor: José Israel Negrón Cruz
Escrito el 12 de noviembre de 1997
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Revisado el 16 de diciembre del 2014
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