La mirada se te nubla,
aunque crees tener el control,
tu cuerpo
limitadamente lo sientes,
y pierdes el pudor.
Te haz pasado toda la noche en la bebe lata
y tus sentidos en total distorsión…
pero estás acostumbrado,
en vez de sentirte nervioso,
te sientes
relajado.
“Picheas” a la nébula,
como que andas con un buen “vaqueo”,
que te librará de todo mal.
Algunos andan armados,
tú jamás has disparado,
pero la nota te hace pensar,
que si se ponen jaquetones,
tú estás listo
para masacrar.
Paseas tu mirada por todo el lugar
buscando una presa para devorar.
De momento la vez,
con una que otra amiga,
al otro lado de la barra,
algunos buitres atacando,
no importa,
tu estás cazando.
El reggaetón encendido,
la gente rosa sus cuerpos,
los buitres se agitan
por tu mirada insistente.
Ella se levanta,
observas su provocadora minifalda,
mientras camina hacia el tocador,
ahora es tu oportunidad,
para entrar en acción,
la detienes, le
“tiras” tu labia boba,
no sabes que decir, no sabes como actuar.
Una mano te toca la espalda,
volteas y es un individuo con una cara larga,
te hace saber que la joven anda acompañada.
La nota te controla,
se te crecen las bolas,
le das una bofetada,
tu gente se levanta,
te sientes a gusto, en manada.
Pero en tu
ignorancia no contabas,
con el que el tipo es un asesino en serie,
jugador de grandes ligas,
saca su revolver,
sin mediar palabras,
te quita la vida.
Palpadeas…
La discoteca está vacía,
ha ocurrido una masacre,
te encuentras entre líneas amarillas.
Tu grupo está muerto en el suelo,
sus pistolas se quedaron en los carros
y se apuntaron
las “cherries” con ellos.
Un túnel se abre con luz,
vez el camino al cielo,
parece una escena
sacada de una película de Hollywood,
pero esta vez es en serio.
No tomas el túnel,
ves tu cuerpo tirado,
te sientas en la esquina de aquella barra a meditar,
tu cabrona vida,
tu situación,
piensas en tu novia,
en la familia,
quieres volver,
pero estás muerto,
nada se puede hacer.
Levantas la cabeza,
estás en la cama,
con dolor corporal,
pero respiras,
haz vuelto a la vida.
Tuviste una sobredosis la noche anterior.
Vuelves a sentirte confiado,
todo fue alucinado,
tienes una segunda oportunidad.
El destino final de todo ser humano es la muerte,
todo es cuestión de la calidad con la que se viva,
la calidad con
la que llevemos nuestra existencia corporal…
Autor: José Israel
Negrón Cruz
Escrito el 15 de marzo
del 2000
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Revisado
el 31 de diciembre del 2014
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