La capa se te quedó en el ropero
Un relato autobiográfico que le
dedico a “R” de Monacillo por sus sabios consejos y a mis Panteras Negras, que
se han vuelto Bloods and Crips.
Fragmento tomado de mi ensayo: Las panteras negras.
“Los asesinatos en Puerto Rico son mucho más complejos
que una mera lucha entre puntos de drogas, como suele decirse, en un cliché que
no responde a la realidad actual. La violencia se ha vuelto un mal endémico, un
rasgo cultural de nuestra barbarie como pueblo. Cobra más vidas que el dengue,
el HN1 y cualquier otra enfermedad que aparezca. También es más complejo que
una condición de salud, que puede remediarse bajo tratamiento médico. Pero
existe solución y no es la mano dura de los noventa o la constante intervención
policiaca en las zonas pobres. Estos parchos, solo duran un instante. Tenemos
que reformar el País, en uno más equitativo y atacar la raíz. Los asesinos no
nacen, se hacen y los criminales no surgen al azar, se forman en nuestras
comunidades…”
Llego con mi andar lento, pausado
y me paro frente a las rejas.
-¿Qué quieres? (me grita desde
adentro.)
-Soy “Yo”
-¿Quién es Yo?
-Pues el maestro.
-¿Qué maestro?
-El de Landrau…
-¡Ah! Entra, dime.
Abre el portón y mira hacia ambos
lados…
-Vengo solo, (le digo).
-Pasa
Entro y me dice:
-¡Párate ahí!
-¿Qué pasó? (me detengo a ver que
pasa)
-Que la palma está cargada de
cocos y no quiero que uno te azote.
Me escolta por la derecha y me
invita a tomar asiento.
-¡Dime!
-¡Qué jodienda ah, nos seguimos
matando! (le digo molesto)
-¿Y qué piensas hacer? ¿Vienes a
quejarte?
Con su chillona voz, más chillona
de lo normal repite mis palabras de forma burlona.
-“Qué jodienda ah, nos seguimos
matando”. Cuando chiquito tu mamá te ponía muchas películas de Batman, Superman
y demás súper héroes ¿verdad?
-¿De qué me hablas?
-De qué quieres salvar al mundo
sin los recursos, cuando saliste de tu casa y llegaste aquí se te quedó la
capa… Sabes maestro, intentas enderezar arboles viejos, ya torcidos. No apagas
un incendio forestal soplando con la boca. Así son tus palabras en el Barrio,
un soplo de boca al fuego forestal. Ahórratelas y no des consejo al que no te
lo ha pedido.
-¡Umn!
-¡Que no pierdas tu tiempo en
asuntos donde no se te ha invitado!
-Ni modo…
-¿Sabes lo que son las balas?
-Más o menos… (le digo)
-Son una cosita chiquitita, más
chiquita de lo que tú piensas, algunas tienes nombre y otras no. Ahora mismo tú
puedes estar sentado aquí y se forme un tiroteo y te dé a ti o a mí. ¡Así es
esto!
Miro hacia el suelo, buscando una
respuesta a su argumento, no sabía qué decir, entonces encendí mi tabaco y
callé.
-Pero sabes…
-¿Qué? (mientras soltaba las
primeras bocanadas de humo)
-El árbol joven puede que tenga
arreglo. Igual que la llama de la vela antes que toque el bosque seco.
-Ahora sí que lo complicaste.
-¿Eres maestro no?
-Eso dice el diploma. (Respondí)
-Pues trabajas con tus arboles
jóvenes mientras puedas, que al final del día, nadie es profeta en su
tierra. Así tampoco tú serás el súper
héroe de tu propio barrio. Pero sí tienes la oportunidad de salvar una que otra
chola joven. Dedícate a eso, que para eso es que estás preparado…Por lo demás
puedes seguir caminando derecho y con la cabeza en alto. ¡No busques lo que no
se te ha perdido! ¡Ni ayudes al que no te lo ha solicitado!
-Amén… Bendición (le digo)
-Dios te guarde Joseito, y antes
de que te mate una bala te va a matar el cáncer, si sigues fumando tanto
tabaco.
-Bueno, todos tenemos
debilidades.
-Puedes recuperar muchas cosas,
pero una vez pierdes la salud, esa sí que no se recupera.
-Ta’ bien.
-Y no olvides que cuando llegas
aquí, la capa la dejaste en tu casa…
Me paro de la silla y me regaña:
“Qué camines por la izquierda coño… o quieres que un coco te esbárate la
cabeza”. Crucé los portones y me detuve unos segundos en la carretera que había
caminado miles de veces desde muy niño, a la derecha me quedaba Corea y a la
izquierda Bulón. El centenar de muertos tropezaba unos con otros en aquella
Avenida, no tenía nada que hacer allí… Cerré la boca, bajé la cuesta y me senté
en un banquito a mirar a los nenes jugar soccer en Vista Hermosa mientras el
sol tiraba sus últimos destellos de luz
en aquel ocaso de verano, yo reflexionaba en las palabras del viejo que ahora
reproduzco, mientras otro muchacho más, es tiroteado.
JINC
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