Llegada al mundo
Pablo José
Casellas Toro (nombre de pila) nació una madrugada de junio de 1964 (49 años de
edad). Ese día
llegó al mundo uno de los seres humanos más engreidos y prepotentes que ha dado
el suelo boricua. Hijo de la hoy difunta, Carmen Ana Toro y del juez federal
Salvador Casellas Toro. Desde muy niño fue acostumbrado a un trato
preferencial, tanto dentro del nucleo del hogar, como en la sociedad. Evidencia
de esto fueron sus cambios de prominentes colegios del área metropolitana,
entre los que se destaca, el colegio San Ignacio donde por problemas
conductuales, no pudo terminar su escuela superior.
Lo que comenzó como un reto a maestros, terminó como un desafio a la
ley.
Pablo
Casellas enfrentó problemas con la autoridad desde muy chico. Primero retaba los maestros, luego la
dirección escolar y finalmente la ley. Tanto así que tuvo que terminar su
escuela superior en una academia de Connecticut porque su mala fama se habia
exparcido en las instituciones academicas locales. Su fijjacion
por las armas eran un razgo permante en su personalidad desde la infancia y su
adicción a diversas drogas que van desde xanax hasta cocaina, no es mas que un
secreto a voces.
Estos vicios que facilitaron su suicidio, provienen desde sus
años de adolecencia cuando se inicio con uno que otro "pitillo" de
marihuana entre amigos. Lo curioso no es que un adolescente se fume un gallito
de marihuana, sino que su padre, siendo juez, se haga de la vista larga ante
tal delito. No fue hasta que los vicios se intesificaron tanto que
decidieron en varias ocaciones, internarlo en centros de desentoxicación.
Los estudios revelan que Pablo Casellas fue un niño y un
joven con un umbral alto de sensibilidad. Es decir que tenia un visible
perfil antisocial, o lo que hasta hace poco se conocía como un
psicopata. Ante este razgo sicológico, los padres en vez
de reprimir sus tendencias al súper ego, a creerse superior a los demás, lo
reforzaban, ya sea cambiándolo de escuela o negando primero sus travesuras y
luego sus delitos. Hasta el sol de hoy, el juez Casella sobreprotege a su hijo,
indicando que es inocente, pagando sumas enormes de dinero a sus abogados y
enajenándose de la realidad. Su madre lamentablemente murió en negación: “el
nene no cometió ese asesinato”. ¿Hubiera sido distinto el destino de
Carmen Paredes, si lo padres de Pablo Casellas no lo hubieran sobreengreído?
“Eres mía o de nadie”
Como si se
tratara de cualquier macharrán burdo, de poca educación y gran impulsividad,
Pablo Casellas en un ataque de cuernos, mató a su esposa Carmen Paredes. A esta la conoció por casualidad,
cuando llegó a hacerle las vacaciones por maternidad a la recepcionista de la
compañía AON Barros y Carrion, de la cual Pablo Casellas era el corredor de
seguros. Desde un inicio este quedó enamorado de su melena roja y el resto de
sus atributos femeninos. Carmen era coqueta de naturaleza y siempre andaba
de “punta en blanco en el trabajo”. Casellas comezó a frecuentar la
recepción de la chica hasta que comenzaron unas salidas grupales primero,
indivuales después, que desembocaron en dos años de noviazgo y en su eventual
boda. Cuando se casaron se fueron a vivir a la casa de abuelo de Pablo
Casellas, en la zona aristocrática del Condado. Ella tenía prisa por quedar
embarazada y al año procrearon a su primera hija. Dos años después procrearon a
su segunda hija. Pablo no resultó ser lo que Carmen
esperaba: bebía en demasía y se drogaba.
Esta combinación peligrosa, junto con su fijación por las
armas comenzó a distanciar a Carmen Paredes de Pablo Casellas hasta esta tomar
la decision romper con la relación. Entonces el niño mimado enloqueció. La
sola idea de pensar que esta se iría y otro hombre se acostaría con la madre de
sus hijos lo torturó durante mucho tiempo.
Carmen no tenía fotos de Pablo en su facebook y pasaba ratos
extensos hablando con amistades que enfurencía a Casellas. No
debe resultar extraño para nadie, la forma en que Carmen murió, con su
computador personal al lado, en la comodidad de su casa, en la exclusiva
urbanización Tierra Alta III de Guaynabo, mientras tenia una conversación con
alguien, que al sol de hoy se desconoce quien es. 19 años de matrimonio,
tirados a la borda.
Todo lo que ha pasado es culpa de los negros.
Cuando supuestamente le interaron robar su vehiculo, y se
llevaron una de sus pistolas, fue un negro maleante. Y casualmente el que mató
a Carmen Paredes fue otro negro: ¡qué genio! Su complejo
de blanquito guaynabito sale a relucir en estas absurdas declaraciones.
Listo pero no
inteligente
Evidentemente Pablo Casellas se creía listo y aunque le faltó
un largo trecho para ser un asesino inteligente, como suele ocurrir con este
tipo de sujetos engreidos, subestimó a los fiscales, al pueblo de Puerto Rico y
a la Justicia en general. A pesar de ser hijo de un juez federal y estar
relacionado a lproceder judicial del País. Casellas no elaboró muy bien su
plan. Matar a su mujer con la arma que supuestamente le robaron fue una
idiotez. El asesinato de Carmen Paredes fue planificado de forma muy menticulosa.
Pero aun asi, no acertó. Habló con los medios de comunicación pocos días
después que la asesinó y puso su mejor cara de pendejo. ¿Usted mató a su
esposa? -Nooo, yo sería incapaz, en mi casa no se grita, ni se habla duro y asi
continuó esbozando estupideces. De seguro el pensaba que le tomaba el pelo a
todo el mundo, pero mientras mas hablaba más se incriminaba. Su desquicio era
evidente y enseguida todo el mundo sospechó de él. Metió la pata y punto.
Un suicidio predecible
No hay que
ser un genio para saber que si juntas una gran cantidad de gasolina con una
chispa de fuego, posiblemente obtendrás un incendio. Lo mismo ocurre cuando un marido
celoso mata a su mujer, lo más problable es que a corto o largo plazo termine
suicidandose. Eso fue lo que ocurrió con Casellas. Mató a su esposa y
eventualmente se intentó suicidar. Una persona que recibía el rechazo de la
sociedad, de sus pares y sl final del día de sus propias hijas. Con un juicio
en el cual él era culpable antes de que se celebrara y a la espera de una vida
carcelaria llena de tortura tanto físicas como sicológicas por parte de
oficiales correcionales y reos. ¡Era previsible!. La pregunta es como una
persona con estas condiciones tenía acceso a drogas, medicamentos y alcohol.
¿Quién se las proveía? ¿De qué otros placeres y privilegios disfrutaba? Quizás
nunca lo sepamos. Lo cierto es que estuvo un año después de haber matado y
cobrado el seguro de vida de su esposa, por la libre, disfrutando de un tiempo
limitado, pero al final de cuentas, todos tenemos el tiempo limitado. La única
diferencia es que él sabía exactamente cuanto tiempo le quedaba y lo manejó a
su gusto, burlandose de todos…
Autor:
José Israel Negrón Cruz
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