Hoy
culminan mis días de frustración, preguntándome: ¿en qué falle? ¿Por qué te
perdí? Si quería dar lo mejor de mí,
para ofrecértelo a ti. Pero la realidad es que no te perdí, porque nunca te
tuve ni te importé. Agonizo de soledad, camino hacia un abismo, tras el eco de
tu voz, que retumba en la necesidad de mi alma. Y aunque en el fondo de mi
ser sé, que no mereces un segundo más de
mi atención, pero no puedo evitar seguir pensando en ti, como un pendejo. Me haz raptado el alma con tu mirada, una
noche de verano y no me la haz querido devolver. He tenido mil amores, pero
solo en el tuyo he puesto esperanza, esperanza que vuelves a llevar.
Solo
que estés consiente, que no quieres seguir jugando el juego de los enamorados.
Se me hace duro aceptar la falta que me haces, te extraño, a pesar del poco tiempo que compartimos. Quizás
sea que nadie haya tenido la habilidad de llenarme el alma con la potencia que
lo hiciste. Y es culpa mía, porque siempre supe que no te importé, pero no los
pude controlar, esos sentimientos que hacia ti siento. No te guardo rencor, un
primer y último beso como despedida, no aparece en todos lados. No tengo quejas sobre ti, solo que llegas y
te vas sin despedirte. ¡Claro está! Fui un idiota al pensar que sentías algo
por mí. Yo como todo bohemio que con la
realidad ante sus ojos, no la quiere aceptar….
Si
aun supiera llorar, lo haría, a sabiendas que no vales una sola lágrima, y si más
aun, tuviera el valor para olvidarme de ti, créeme que ya lo hubiera hecho. Pero
no puedo. Sé en el fondo que estás con
alguien, no me importa, yo soy el primero que no puede andar solo. Espero te
trate bien y te llene el alma, como tú llenas la mía. No tengo dudas de que llegará que con su
calor, borre el frio que dejaste aquí, en mi piel y si tengo suerte, alguien
que borre la soledad que dejaste en mi alma.
Hoy,
después de pasar días, huyéndole a tu nombre, al eco de tu voz en mi alma, a la
estúpida sensación de que tu no te haz ido, tengo el valor, para despedirme de
ti. Si fuera por mí, jamás terminaría de escribir esta carta, por la sencilla razón
que me hace sentir cerca de ti, como si estuvieras aquí, escuchando mis tonterías,
mi frustración. Quizás todo esto sea un castigo de Dios por haber jugado tanto
con el corazón de las mujeres en el pasado. Ahora comprendo lo que es una desilusión
de amor. Sé que solo fui una excusa para librarte de un amor tuyo del pasado. Siempre
estuve conciente de eso, pero aun así seguí cultivando un sueño del cual jamás
me arrepentiré y las razones sobran, basta mirar tus ojitos angelicales y
dejarme llevar por la paz que emana de tu aura, a pesar de la intranquilidad
que habita en tu ser, para decir, que por naturaleza eres un ser casi perfecto.
A
veces quisiera negarte, fingir que nunca haz existido, que nunca te conocí
decirle al mundo que eres para mí lo mismo que yo para ti; una cosa pasajera,
un momento sin sustancia, un ser en mi vida que no tiene importancia. Para ver
si asi puedo engañar la soledad que me devora el alma lentamente, tras tu
ausencia. Pero se me hace difícil no pronunciar tu nombre, se me hace imposible
no pensar en ti. Soy positivo, me
consuelo pensando que pronto me levantaré, que volveré a ser normal, que podré
hablar de ti sin ese particular dolor en el alma que ataca cuando te menciono,
que volveré a ser aquel hombre que podía tener dos y tres amores en un mes, sin
importarle. Al menos eso es lo que deseo en lo más profundo de mi ser, ya que
vivir así no es vida. Todo me da igual, la vida ha perdido su esencia y yo he
perdido mi propósito de existir. Las noches son casi eternas con tu actual
ausencia, tu foto me es una tortura mirarla y yo masoquista que no paro de
hacerlo. Como todo buen perdedor, que no acepta su derrota y se refugia en
decir que dio lo mejor, consciente de su mentira, así seguiré.
Ahora
ha llegado el momento más difícil, fíjate cuando todo comenzó me imaginé mil y
una escena romántica junto a ti, pero nunca imaginé una despedida. Practiqué
mil y una frase bonita para decirte, las cuales todas se me olvidaban al hablar
contigo, pero “nena” que se puede hacer,
yo simplemente quería que te sintieras feliz, como yo me sentía con tu compañía.
Antes de terminar, te confesaré dos detalles, para que te los lleves en el
recuerdo. El primero es que jamás había hecho una carta de despedida a un amor,
así que si esta carta se te hizo, tediosa o aburrida, perdóname. Lo segundo es
más estúpido aun, y es que tengo la necesidad de confesarte que eres la única fémina
en la cual he confiado a ciegas, la única que he tomado en serio y lo digo para
que te sientas orgullosa de ti misma, que es lo único que me importa en todo
esto: tú. Sé que estás desesperada porque suerte el bolígrafo y termine la
carta. Así que lo haré, a pesar de que me queda tanto por decirte. Pero no
quiero tomarte más tiempo, así que diré lo más importante…
Sé
que añorabas en lo mas profundo de tu ser que esta relación se terminara, así
que te complazco una vez más, siendo yo, para mi desgracia quien ponga el punto
final. Simplemente te deseo lo mejor, espero que encuentres a alguien que te
valore tanto como yo, espero seas feliz con mi partida absoluta, ya no te
molestaré más con mensajes como: “dile que me llame” , “explícale que me hace
falta saber de ella” , “necesitaba escucharte” o simplemente y un “me haces
falta”. Te prometo que no volverá a suceder jamás. En realidad no sé como se
termina una carta de este tipo, así que lo haré de la manera que más natural me
sale: te quise, te quiero y espero te vaya bien donde sea y con quien sea que estés.
Cuídate mucho, amor mío
José Israel Negrón Cruz
Escrito el 22 de agosto del 2000
Editado el 1 de enero del 2015
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