Me es
inevitable contener la carcajada, cada vez que veo una puesta más en escena del
pobre “Pato Donald”. Si para algunos es triste envejecer, peor lo es hacerlo en
ridículo. ¿Quién es este pendejo fuera del andamiaje económico? Nadie. ¿Qué
aportaciones intelectuales serias pueden atribuírsele a semejante caricatura?
La pintoresca presencia de este individuo no es el problema, el problema es el
coro, el énfasis, la idiotez. En este caso, tristemente encumbrada en un anómala.
Creo que si se le da por payaso o paciente mental, eventualmente dejará de
actuar. Pero en la medida que nuestro ego, que nuestros miles de años de
formación cultural e intelectual se vean aludidos por este analfabeto dorado,
seguirá actuando. La ascendencia latina es muy superior a la de este
descendiente de inmigrante alemán. El problema está en que nosotros no nos
conocemos, en mucho de los casos y el payaso que juega a ser Dios y Rey al
mismo tiempo, no conoce los destinos de los tiranos que han intentado solapar,
agredir a los pueblos de América. Mejor que el cierre el circo a tiempo antes
que nos metamos en la carpa, sin boletos y le cancelemos la función.
José Israel
Negrón Cruz
27 de agosto
del 2015
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