3 de mayo del 2016
2:16 pm Durante mi hora de almuerzo hoy, vi a un joven con los brazos ensangrentados al lado del director escolar. Este se había cortado las venas en una abierta amenaza a su joven pareja. Una chica de su grado. Mientras mirada la sangre chorrear de sus brazos pensé que parte de la crisis humanitaria que vivimos los puertorrriqueños está seriamente ligada a aspecto de índole sicológica.
Lo miraba y recordé mi adolecencia; a los 17 años, también fui romático, no tanto como para cortarme las venas pero sí lloré e hice drama por un amor no correspondido. Basta leer: Despedida al amor no correspondido donde al más duro se le saldrá alguna lágrima. El problema es que la vida no es como no las proyectan en ocasiones, los puertorriqueños viven una fantasía en las distintas facetas de su vida. Y en esto me incluyo, aceptando que pequé de iluso en el amor y otras áreas de las relaciones humanas.
Sentí pena, por el muchacho, pero también sentí miedo, en el fondo sé que es una persona peligrosa; capaz de hacerle daño a la chica y quien quizás sea su nuevo pretendiente. Posiblemente venga de un hogar disfuncional donde haya visto algún modelo parecido y lo esté reproduciendo en el escenario escolar. Llamando la atención; pidiendo auxilio.
Pronto llegó la ambulancia y con la mayor naturalidad del mundo le hizo algunas preguntas de rigor, llamaron a sus padres y lo transportaron al hospital más cercano sin que nadie se inmutara. Porque parte de nuestra crisis es que hemos perdido la capacidad de sensibilizarnos con los demás.
En mi vida profesional, logré corregir las evaluaciones de dos grupos. Me quedan tres, es ardua la tarea pero no imposible. La disciplina es mi mayor secreto, no dejar las faenas para última hora. La espalda me duele menos, pero me duele. Hoy tampoco pude correr como suelo hacer en las mañanas. La salud es algo que no se valora como se debería hasta que se pierde. Espero poder recuperarme del accidente pronto y estar de nuevo activo. Mientras tanto me aguanto el dolor.
Ya son las 2:45pm, me voy despidiendo. Tengo que cerrar el saloón de clases y transportarme hasta mi casa.
Bendiciones desde el pasado,
José Israel Negrón Cruz
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