¿Cómo están todos al otro lado del monitor? Quisiera comenzar deseándoles bendiciones en este sábado 14 de mayo. Les escribo desde la Ciudad Colonial de San Juan en el Caribe. Para contarles que recientemente tuve una fuerte caída que me ha hecho perder cierta movilidad en mi cuerpo. Mi perra dominicana: Negrita, hizo una gracia en el suelo y arranqué a correr tras ella sin percatarme que el piso estaba mojado y me reventé, lastimándome fuertemente la espalda baja. En mi país solo reciben servicios médicos decentes las personas de escasos recursos económicos; que el gobierno les provee un plan médico y los de altos ingresos económicos. Los que estamos en el medio como yo, que soy un profesor de carrera, muchas veces estamos desprovistos de los servicios médicos adecuados. Por lo regular, los ingresos no nos alcanzan para mantener a nuestras familias y costear un plan de salud apropiado que pudiera rondar los trescientos dólares.
Caí y pasé casi dos días inmóvil, entre la cama y el cuarto de mi hijo por nacer: Urayoán. Aunque el dolor era terriblemente intenso, lo más que me afectaba y molesta es el sentido de impotencia. Acostumbrado a trotar en las madrugadas y tener una rutina de ejercicio habitual, mi mayor pena es haber perdido la movilidad. Aun hoy, dos semanas después, que he podido volver a trotar con ese dolor intenso en la espalda. Reciento grandemente el no poder realizar abdominales ni ejercicios de fuerza. Y es que para los que estamos acostumbrados al ejercicio y una vida activa. El perder la movilidad es fatídico. Nunca había valorado tanto el poder correr rápido, tanto como ahora. Y es que la salud es uno de esos tesoros que no nos percatamos que tenemos hasta que lo perdemos...
Por eso mi exhortación hoy, no es a que te compadezcas de mí, porque no puedo realizar mi rutina de ejercicios y me duele en demasía el cuerpo. Sino a que si estás sano, valores esa sanidad y seas precavido. No estropees tu cuerpo con mala comida ni te excedas en los vicios. Yo he perdido movilidad, pero algunos pierden los pulmones, otros la vista o la audición. No siempre fui así, tan disciplinado y estricto con mi dieta y manera de proceder. Pero aprendí a tiempo, que la vida pasa y comenzará a cobrar factura por nuestros excesos. Espero que mi experiencia te sirva de algo y cuides tu salud al máximo. Bendiciones como siempre.
Tu amigo,
José Israel Negrón Cruz
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