Mi hija es una gran lectora, ese y el dibujo son sus fuertes. Suele sentarse con un libro en la mano a leer un cuento infantil y yo la miro embelesado, devorando letras, entonces yo retomo mi lectura también. Por las noches siempre me pide que le lea uno o varios cuentos y yo por lo regular la complazco, aunque a veces le digo: “mija ya tu sabes leer” ya es hora de que leas los cuentos por cuenta propia. Entonces me dice que le gustan los cuentos en voz alta y ella lee en silencio. Nunca le he dicho que yo hago cuentos, por alguna razón pienso que no es ético, decirle a tus hijos que haces lo que le entretiene. Tampoco se lo comento a mis estudiantes y río en silencio cada vez que me reclaman: “usted nos manda a construir cuentos, ensayos y poemas, por qué no los hace usted para que vea que no es tan fácil”. Nunca les daño la ilusión de sentirse creadores de algo nuevo y les confieso, he leído bastante cuentos en mi vida y los mejores, los más que me han gustado han sido de mis estudiantes. Nunca olvidaré el que construyó Maribel el año pasado, dirigido a Julia de Burgos. ¡Fue excelente! A veces me preguntan si leo sus trabajos, entonces vuelvo a reir, no los leo, los devoro. Aunque bueno, reconozco que no todos nacen para las letras. No sé a que se dedicara mi hija en el futuro, ni mis alumnos que también son mis hijos en muchos de los casos. Al final del día, educar es amar y contar es compartir. Por eso educo y narro continuamente. Espero se duerman tan felices como yo, lleno de cuentos, poemas de amor y ensayos académicos… Descansen tranquilos mis hijos, que el “Cuco” emigró pa’ Florida porque aquí se quedó sin empleo.
23 de noviembre de 2014
No hay comentarios.:
Publicar un comentario