Quiero permanecer en aquel suspiro,
refugiado tras el brillo de tus ojos,
que deslumbran más cuando los miro,
y me la alejan del enojo.
El destino no me permite quedarme aquí,
junto a ti, junto a mi, en este rincón oscuro,
que la noche embellece y lo vuelve puro.
Esta en mi ser;
un nómada de piel,
que se refugia en ti hoy,
mientras miramos el atardecer.
Cuando llegue el amanecer,
inevitablemente me voy,
a buscar otro refugio,
porque sé que me iré o te irás,
es inevitable, siempre pasa,
divago durante el día,
buscando amparo para la noche fría.
Aquí encuentras la razón de mi melancolía;
deseo tener mi propio refugio, mi casa.
Mañana cuando salga el sol partiré,
a buscar terreno para construir,
un lugar donde vivir
y lo encontraré,
lo sé,
pase lo que pase,
digan lo que digan,
este nómada no está dispuesto a nomadear
el resto de su vida.
¡Oh! Como duele este maldito caminar,
que hiere como sable y arde como sal.
Mañana cuando salga el sol partiré,
a buscar un terreno,
esta vez, me aseguraré,
que el mismo no sea ajeno.
Autor: José Israel Negrón Cruz
Escrito en el 14 de junio del 2001
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