Una
hembra madura, de aspecto joven a fuerza de cirugías “estéticas”, atraviesa el
portón de seguridad sin identificarse con el guardia de la caseta. Presumiendo su Mercedes Benz del año se
estaciona en el “parking” reservado para personas con impedimentos físicos.
Parsimoniosamente
abro la puerta de la caseta, juego un poco con la macana y me acerco al auto:
“Dama, mueva su vehículo, que está mal estacionado” Ella se baja de vehículo,
quería que le viera las tetas importadas de Colombia, y el trasero comprado en
República Dominicana. La cara estirada y
la faja debajo de la blusa, no permitían que se le escapara un chichito. Detrás
de la pelota de maquillaje, se escondía la cara de una riquita malcriada:
“¿Quién te dijo a ti que está mal estacionado?
Hago
un ademán como quien ya está acostumbrado a este tipo de situaciones y
respondo: “Yo lo sé”. Ella se altera y en ánimos de ofender bota una carcajada:
“Y que puede saber un pobre guardia de seguridad. Mira nene, yo conozco al más
que manda aquí, así que mira a ver que haces, si quieres conservar tu empleo”.
Nunca
entendí la relación que había entre relacionarse con el presidente de la Junta
de Condóminos y el que yo conociera mis deberes. No me cabía duda de que debía
ser buena mamando, pero eso no le daba derecho a tratarme así.
Entonces
con voz suave, pero firme, le dije: “ahora tiene que mover su auto”. Ella hizo
un gesto que denotaba desprecio hacia mí: pero quien razón te haz creído
guardia palito, pa’ hablarme así. “¿Cómo que tengo que moverlo? ¿Por qué?...
Un
silencio profundo se apoderó del lugar, por un momento parecía que aquella
pausa sería eterna. Era yo, procesando la respuesta, sonreí como el deportista
que anticipa una victoria sin haber terminado el juego. Entonces afilé mis cañones
y disparé: “pensé que como usted es una señora entrada en años, y de un
aparente nivel socioeconómico acomodado, tendría un nivel de escolaridad y
civismo, al menos promedio. Pero no se preocupe, todos nos dejamos llevar por
las apariencias en algún momento y dado el hecho que la juzgué mal, por su auto
y ropa cara, me disculpo y me explico de una forma muy elemental para que
cerebro pueda procesar la información. Sucede que los condominios funcionan por
medio de una democracia representativa, quiere decir que ustedes, los condóminos
comunes y corrientes eligen ciertos individuos para que tomen decisiones por
ustedes y ustedes las respeten. A estos seres, que forman este organismo que la
representa a usted se le conoce como la Junta de Condóminos. La Junta estableció que había estacionamiento
para visitantes y estacionamientos privados para la policía, bomberos,
ambulancias y personas que por lo regular responden a situaciones de
emergencia. Estos pocos estacionamientos tienen un letrero al frente que dice
privado. Como aparentemente usted no sabe leer y se estaciono de manera
inocente en este parking le deletrearé lo que dice el letrero: “PRi-VA-DO” eso
quiere decir que usted no está autorizada a utilizar el parking.
Esa
misma Junta que Gobierna, estos espacios es la que me otorga el derecho y el
poder, para decirle a usted que se MUEVA, ahora…
Ella
se quedó en silencio, había dejado de mirarme con desprecio, era odio lo que transmitían
sus ojos en este momento. Y yo, caripela’o me reía más todavía. Entonces di
media vuelta y hable en voz alta para mis adentros, que triste debe ser, esto
de ser una mujer vieja y fea. Pero más triste es ser vieja, fea y bruta…
La
señora evidentemente molesta, se montó en su Mercedes Benz y se paró frente al
portón a tocar bocina. Yo caminaba lento hacia la caseta de seguridad, me senté
en la silla con toda la calma del mundo, entre
bocinazo y bocinazo. Me paré la miré por el cristal de la caseta, esperé
treinta segundos para recordarle quien tenía el poder en esos momentos, y
presioné el botón…
Autor: José Israel Negrón Cruz
Escrito en el 2004
Editado el 5 de abril del 2015
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