De noche, como siempre.
Una noche sin regreso, 
apareció él…
con su boca alargada 
y cuerpos de huesos.
Nos miramos
desde nuestros rincones solitarios, 
tratando de leernos el pensamiento.
Él se acercó, 
sentí miedo, 
miró mis ojos,
 abrió la boca 
y me lamió…
Le tiré un canto de pollo
 y el movió el
rabo. 
Desde esa noche.
Gárgola y yo somos amigos 
en lucha y sentimiento. 
Autor: José Israel Negrón Cruz            
Fecha:
25 de noviembre del 2004
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