¿Por qué los puertorriqueños son tan chismosos?

Parece una pregunta tonta y superficial que se puede recibir como una falta de respeto a esta nación… La realidad es que sí; los puertorriqueños somos chismosos y existe una razón histórico-cultural para explicarlo. Durante el periodo decimonónico (siglo XIX) se esparció de forma asombrosa el concepto del honor. Lo que en un momento dado estaba reservado para las familias ligadas a la nobleza, a finales del XIX lo podían ostentar otras clases sociales que tuvieran algún tipo de ascendencia española. Aunque es menester aclarar que pese a que el honor era exclusivamente del hombre, estaba ligado a este, toda su familia; entiéndase esposa e hijos. El honor era en este periodo histórico algo parecido, pero no igual a lo que hoy llamamos la buena reputación, pero con creces y beneficios del gobierno y la Corte. Si un hijo era ladrón, pirata, el hombre perdía su honor, si una hija era desvirgada antes del matrimonio o se casaba con alguien que no ostentara honor, el padre también perdía su honor. Por tal razón los casamientos eran arreglados y la conducta de los varones era monitoreada de forma celosa por los padres. Las personas de honor tenían el agrado del Rey, del gobierno colonial y la simpatía de sus pares. El honor se perdía con mucha facilidad, por ejemplo si una muchachita se veía con un muchachito y este alegaba que tuvo relaciones sexuales con ella, el padre perdía el honor.  ¿Cómo lo recuperaba? Por medio del escarmio (escarmiento) o castigo público que en muchas ocasiones podía terminar en la muerte de la niña. Lo mismo con los hijos varones, si un hijo era ladrón, también se sometía al escarmio. Estos son ejemplos comunes de como se  perdía y recuperaba el honor. Las personas de honor no solo debían serlo ellas y sus familiares cercanos, sino que su honor no podía estar nunca en duda. Aquí comienza a tomar auge el chisme. El chisme o el bochinche como lo llaman en mi País no es otra cosa que poner en duda el honor de una persona, atentar contra el honor sin pruebas suficientes, así que si una persona tenía recelos con otra podía decir que su hija estuvo íntimamente con alguien, siendo esto falso, para que este perdiera el honor o murmurar que su hijo robó o hizo cualquier ilegalidad o barbaridad, siendo falso. El hombre vivía reivindicando su honor continuamente. Llegada la invasión norteamericana a Puerto Rico, se perdió todo vínculo político real con el rey, la Corte y todo lo que la colonización española cargaba en su andamiaje. Puerto Rico pasó en el 1898 de ser territorialmente una propiedad de España a una propiedad de los Estados Unidos de Norteamérica por medio del Tratado de París. Lo mismo no ocurrió culturalmente. Aunque políticamente éramos norteamericanos, culturalmente seguíamos siendo españoles de Puerto Rico o puertorriqueños. ¿Qué quiere decir esto? Qué aunque el status político que otorgaba el honor bajo el periodo español ya no existía, si existía el reconocimiento social y se regía bajo las mismas normas. Por eso cuando alguien quería atentar contra otra persona, atacaba su honor. Con el pasar del siglo veinte, el honor se fue reduciendo meramente a respeto. Y lo que el hombre defiende ahora es el respeto. En el siglo veinte cualquier podía reclamar respeto, sin importar su ascendencia, pero debía estar dispuesto a defenderlo y por lo regular con la violencia. Así que las afrentas de un hijo o una hija representan una falta de respeto al padre. La infidelidad de la mujer es una falta de respeto al hombre y básicamente la misma estructura del honor se trasfiguró en respeto, de forma mermada.  El chisme atenta contra el respeto de una persona, que en la actualidad no es más que un reconocimiento social al que como ya dije, cualquiera puede aspirar. Por esta razón es que los puertorriqueños le dan tanta importancia a lo que una u otra persona dice, porque puede atentar contra su respeto y lo defienden de forma eufórica, en muchas ocasiones porque es lo único que tienen. Así que si dices algo malo de la mamá, el papá o la hija de un puertorriqueño este se defenderá eufóricamente. Si atentas contra su mujer o su hija te puede costar la vida en defensa del respeto. En la contemporaneidad, la forma más común de defender el respeto se da en el plano oral y uno dice algo y el otro se defiende o protege el respeto de él y su familia, por eso son los puertorriqueños son tan chismosos, porque lo que se dice tiene importancia y tiene importancia porque se ataca el respeto de la familia y el honor de los antepasados. Si les interesa ver como se representaba el honor, la honra y todos estos conceptos que hoy cargamos de forma transfigurada los puertorriqueños, los invito a ver y leer el teatro del siglo XIX, se asombrarán de lo poco que hemos cambiado en 150 años…

Saludos a los lectores en Europa, Norte, Sur, Centro América y en especial a los hermanos caribeños. Me pueden dejar sus comentarios abajo. Bonita navidad, bendiciones a todos…

José Israel Negrón Cruz
24 de diciembre del 2015

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