Santa Claus versus la Biblia (2014)



¿Saben? He recibido llamadas, e-mail, inbox, insultos y agradecimientos por mi postura en cuanto a la intromisión del personaje de Santa Clos dentro de la cultura puertorriqueña. Nunca pensé que un tema tan cotidiano, levantara tantas pasiones. La emotividad ha brotado de una manera irracional, que ha traído una oleada de sentimientos inesperados. A tales efectos entendí que era menester explicar mi posición de manera sosegada, sin la exaltación momentánea que ha caracterizado debates anteriores en diversos foros.

Lo primero que debemos entender y aceptar como hispanos primeros y puertorriqueños segundo es que Santa Clos es una moda, algo que ha tomado gran auge en décadas recientes en el Archipiélago de Puerto Rico y en otros países hispanos. Es un fenómeno que se da mayormente en los hispanos que están fuera de la nación norteamericana, y si no me corrigen, ya que los hispanos, una buena parte de ellos no celebran esta moda, sino que se acogen a la tradición del Día de Reyes. Los seres humanos, somos seres de imitación, sobretodo los que buscan una identidad asimilista. Santa Clos para nada representa o forma parte de las tradiciones autóctonas de los hispanos, por ende de los puertorriqueños. La sociedad puertorriqueña, a diferencia de la norteamericana se construyó con una base teológica de carácter católico, esto como producto de la colonización española que trajo consigo esta religión. Basado en esta construcción religiosa, el 25 de diciembre representa el nacimiento del niño Jesús. Es por esta razón un día conmemorativo en Puerto Rico, no es el día de Santa Clos, sino como ya dije el del nacimiento de Jesús.

¿Cuál es el problema con Santa Clos?

Existen muchos problemas con Santa Clos, en ciertos países europeos lo han tildado de ser un constructo racista, por tener siempre facciones caucásicas. ¡Santa Clos nunca será negro! Pero nuestro racismo disimulado, lo acepta sin mucho miramiento como blanco. ¡Tiene que ser blanco! Aparte del carácter racista del constructo de Santa Clos, que realmente ha tenido más quejas en Europa que en América. Tenemos el problema de la fecha. El conquistador construye de manera muy hábil imposiciones culturales. Y aprovechando la conmemoración del nacimiento de Jesucristo dentro de los pueblos católicos, le inserta el día de Santa Clos. Mi opinión personal, en cuanto al día seleccionado es que simplemente los pueblos colonizados deben adaptarse al colonizador. Y ya tenían este día establecido, así que el proceso natural del asimilismo  haría lo propio. ¿Qué sucede? Hemos desplazado una tradición religiosa-cultural autóctona (el nacimiento de Cristo) por un constructo del mercado norteamericano. Ya los niños no esperan el nacimiento de Jesús; esperan regalos. El regalo se ha vuelto más importante que la fe y el amor y para esto basta ver las imágenes de algunos viernes negros de años pasados.

De San Nicolás a Santa Claus

Los santos son personas dignas de emular, que con su ejemplo y sacrificio de vida nos han dejado un legado, este fue el caso de San Nicolás o Nicolás de Bari, quien vivió para 280 aproximadamente en Turquía. Este sujeto provenía de una familia muy adinerada y con su riquezas ayudó a enfermos y familias desfavorecidas económicamente. Obviamente se le atribuyen algunos milagros para poder ostentar la categoría de Santo. Si analizamos con detenimiento, Nicolás fue una persona adinerada que compartió su riqueza con los pobres. ¡Hasta aquí no hay problema! El problema estriba en que de este santo turco pasamos a un personaje totalmente diferente, que lo único que tiene de santo es su nombre. Primero, a diferencia de San Nicolás, no es, ni será sacerdote porque vive con una mujer, la señora Claus. En segundo lugar, vive con una gran cantidad de duendes… y la pregunta obligatoria es ¿qué es un duende? Existe una amplia información acerca de los duendes y sus orígenes. Pero la más convencional nos sugiere  que son seres de aspecto humanoide con poderes sobrenaturales y de carácter travieso. Los duendes no forman parte de la mitología cristiana, así que  Santa Claus queda totalmente desligado de San Nicolás. Santa Claus también dispone de otros espíritus mágicos que vigilan el comportamiento de lo niños y a los que se portan mal, les regala solamente carbón. Se trasporta en un trineo embrujado por los aires, con unos renos hechizados. Estos son algunas de las razones de peso por las cuales no se puede vincular a Santa Claus con San Nicolás como algunos intentan hacer.

La ilusión de los niños o los mandamientos bíblicos

Sé que este tema es delicado y lo esbozaré de la manera más sutil posible. Todo el que se ha sentado a leer los mandamientos de éxodo sabe lo siguiente; en primer lugar que no mentiras. Por comodidad, queremos justificar nuestras faltas en nombre de algo bueno. Por ejemplo: sé de una persona que se dedica a robar y ya ha hecho varios atracos en mi comunidad, me topo con él de frente y propino varios disparos que le causan la muerte. He matado, le he faltado a la ley de Dios, pero ante los hombres digo que lo maté para librar a la comunidad de un bandido. Así produzco una racionalidad que tiene el fin de justificar mi pecado. Lo mismo ocurre con Santa Clos, le miento a los niños, estoy pecando, pero digo que es por sostener una “ilusión”. Estoy poniendo el amor hacia Dios en segundo lugar para sostener una mentira. Así que dentro de este contexto también le estoy faltando al primer mandamiento.

Asimilismo utópico  

Comenzaré explicando ambos conceptos con el fin de que nadie se pierda en el proceso argumentativo. En primer lugar tenemos el asimilismo, esto ocurre cuando abandonamos, remplazamos nuestra cultura e identidad para parecernos y tratar de ser igual que el otro. Esto ocurre de forma muy natural con territorios conquistados por los Imperios. El conquistado se quiere vestir, hablar, lucir y tener las tradiciones del conquistador. En Puerto Rico sobran los ejemplos: celebramos el día de los presidentes, aunque nunca hayamos votado por alguno, le ponemos nombres en inglés a nuestros negocios porque se oye “fino”, a nuestros hijos, urbanizaciones, entre otros. Queremos usar chaquetas y abrigos aunque la temperatura este a 107 grados e imitamos un sin número de comportamientos que no son propios de un caribeño. En segundo lugar tenemos la utopía o lo utópico que no es otra cosa que construir un país ideal a base de nuestro imaginario. De esta manera la construcción de un asimilismo utópico no es otra cosa que construir en nuestras mentes el Imperio Conquistador dentro del territorio conquistado. En la mayoría de los casos, actuamos sin pensar, por imitar al vecino, al amigo o a un personaje de la televisión. Y al final, al Conquistador. Me pregunto yo,  si estamos a noventa grados de temperatura, para qué el vecino tiene muñecos de nieve inflable. Su constructo del periodo navideño es del Conquistador. ¿Por qué las casas dicen Merry Christmas?  Llenan los patios de renos; ¿Dónde caramba hay renos en Puerto Rico? Y si Micky Mouse se pone un gorro rojo, tenemos que comprarlo, porque es el Mickey Mouse de navidad, después aparece con un corazón y es el Mickey Mouse de San Valentino y así sucesivamente.


En conclusión, nuestros jóvenes y niños necesitan no un día, sino varios  días al año para recibir regalos,  eso no lo debato, pero en realidad necesitan que los 365 días del año, papá y mamá estén ahí. Pero somos hipócritas y queremos tapar nuestros abandonos con un regalo, una o dos veces al año. Da pena ver la lista de padres visitan las escuelas de sus hijos para ver su progreso académico, para darle la mano al docente y regalar algo más importante que un juego de videos, una tableta o un televisor, debemos regalarles un paradigma, un modelo de civismo e integrarnos en sus actividades cotidianas. No odio la Navidad, ni ha Santa Clos, me molesta en lo que se ha convertido el periodo de Epifanía.  Me molesta que trasmutemos el amor en una cosa plástica. 

Autor: José Israel Negrón Cruz      
Escrito el 24 de diciembre de 2014


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