Dejemos que los jóvenes hablen con su propia voz


En ocasiones se nos hace difícil soltar el micrófono, la batuta, el poder que nos otorga el derecho a la palabra y dejamos soslayados a la generación que viene a nuestras espaldas. Mi experiencia es que si no dejamos que ellos hablen, si no les abrimos el oído y el ojo a su trabajo, pronto nos quedaremos nosotros sin alguien que nos escuche también.

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