Los seres humanos debemos unirnos como hermanos
de una misma sangre y no permitir que las diferencias ideológicas y religiosas
creen distancias. Uno de los grandes problemas que tiene nuestra condición
humana es la tendencia al fanatismo. Si respetáramos la opinión del otro y sus
creencias y tuviéramos la sensibilidad de amarlos como hermanos… Muchos de
nuestros males sociales terminarían. Pero, mientras el fanatismo impere en
nuestras cabezas, el odio echará semilla en nuestros corazones. ¡Dejemos un
mejor lugar a nuestros hijos, donde cada cual sea libre de creer y pensar como
lo desee!
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