El drama pendejo

Una y pico;
sonidos alrededor de mi cama,
mi hermano llega de la escuela,
el mismo pendejo drama.

Doy media vuelta,
trato de conciliar el sueño,
pasan por mi mente,
los cabrones proyectos de la escuela,
 los tengo atrasados,
recuerdo a los “nerdos” del salón,
me emociono tanto que me da malestar.

Pero yo sigo aquí,
con movimientos limitados,
revolcándome en mi cama,
tratando de no despertar.

Suena el teléfono,
mi padre lo responde,
me trata de levantar,
sin saber que estoy despierto.
Y esta nota de sueño,
la he perdido,
por culpa de no sé quien.

Agarro el teléfono,
escucho su voz en desahogo,
preocupado porque quizás lo hayan descubierto.
Sea falso o cierto, me preocupo un poco,
le hablo del “party” de esta noche
para tranquilizarlo un poco,
el cambia el tema,
sigue hablándome de la canabis,
de explosivos ilegales
y pensando que si tuviera dinero,
los gastaría en una mujer.
En vez de gastarlo en esas pendejases
que no llenan el pecho.
Pero “que mas da”,
el que tenga dinero que lo gaste como quiera.

Solo tengo seis pesos,
son películas por la noche,
para verlas cuando llegue del ‘party”.
Cuando llegue de madrugada,
y me pasa por la mente,
toda esa gente con la música en alto,
uno borrachos, otros con arrebatos.
 Las venas se me alteran,
necesito de alguna manera una dosis de “reguetón”,
para controlarme,
pero que más da.

Sigo aquí en mi cama,
sin levantarme, 
escuchando un CD de Fiel a la Vega,
que acabo de poner.
Y que linda es la vida,
que linda es la dicha,
engancho el teléfono
con la seguridad de encontrarme luego con el pana.
Yo ahora de nada tengo ganas y pienso en autos,
pienso que me falta la licencia de conducir,
pero me importa un carajo, sin ella puedo vivir.

La cabeza me sigue dando vueltas,
ahora estoy un poco mas despierto,
siento musa inspiradora,
por las canciones que escucho
y comienzo a escribir versos absurdos,
sin levantarme de la cama,
con la mente limpia,
como que no siento ningún problema.
Han pasado quince minutos,
aquí es donde esto termina,
mi abuela me llama para desayunar,
yo no me quiero levantar,
pero, que más da,
el día tiene que comenzar,
todo indica que va a ser uno normal.



Autor: José Israel Negrón Cruz      
Escrito el 15 de diciembre de 1999

No hay comentarios.: