Padre Nuestro

Padre Nuestro,
 donde sea que estés,
si logras escucharme,
te pido perdón por mi altivez.
No traigo excusas,
vengo con razones,
no vengo de rodillas,
he llegado de pie.

¡Miradme!
Estoy hecho mierda,
un animal de instinto,
pero no guardo enojo.
¡Ven!
Te invito a un trago,
y mientras tanto hablamos,
 de la conversión de inseguros en cristianos.
Ven, yo pago, digo, si no es pecado.

¡Acompáñame!
Me siento solo,
necesito respuestas a corto plazo,
que no sean mi eco en el fondo de un vaso.

Padre Nuestro,
 perdón por el lugar,
me hubiera gustado que fuera una iglesia,
 pero me siento menos hipócrita en este bar.

¡Quiero confesarme!
Aunque no te veo,
tengo fe y creo,
que haz de escucharme.

Como vez no soy el mismo,
ahora me invade el egoísmo,
 soy ambicioso, arrogante,
me gusta el sexo más que antes.
Fumo más, duermo menos, 
pero aun así, te quiero.

No voy a la Iglesia,
 porque no confió en los hombres,
 he perdido la paciencia
buscando respuestas con nombres.
Acércate un poco más,
quiero contagiarme con tu paz.

Padre, donde sea que estés,
 quiero que seamos amigos,
aunque sea por una vez,
no hacen falta testigos.
Ven,
toma mi mano,
 no la dejes en el aire,
que me mata el desaire…

…Mi invitación siempre estará presente,
al parecer decidiste mantenerte ausente,
quizás estés muy lejos
o el tiempo y el sufrimiento te han vuelto viejo…
…y vienes a paso lento,
¡Quizas sea eso!

La realidad es que no te siento.
 Si acaso haz de llegar
 como todas las cosas buenas: tarde,
 tienes en la barra un trago pago,
una confesión;
cenizas de una esperanza que ya no arde.

Autor: José Israel Negrón Cruz
Escrito el 9 de septiembre del 2001
LEER OTROS TEXTOS DEL AUTOR

No hay comentarios.: