Después
de haberte esperado
con sueños enamorados
¡al fin llegaste! Tarde.
Me siento cobarde;
no tengo el
valor,
para negarte amor,
o un poco de la
ilusión
del significado de esa palabra.
No te acerques tanto,
romperé el encanto,
mataré tu inocencia,
con mis actos.
Eres sueño de un hombre cuerdo,
pero hasta donde me da el recuerdo
perdí la razón,
actúo por instinto,
cedo ante la pasión.
No hallo palabras,
ni tengo actitudes para menospreciarte.
Eres casi perfecta;
miles de virtudes,
pero llegaste tarde.
Tarde como nadie ha llegado.
He perdido el sentido
dramático de estar enamorado,
no quise que esto fuera así,
pero si lo deseas,
puedes quedarte aquí.
Ella,
lo sabe todo,
tú,
aún no sabes nada,
eres
inocente,
dichosamente inocente.
Soy cruel,
eso creo,
cada vez que te veo;
observo tus ojitos brillar de ilusión prematura,
en tus ansias
de amar y ser amada con locura.
Te miro desde lejos,
te observo
sin que te des cuenta,
te veo pero tu no me ves,
solo ves tu ilusión
y un rostro
enmascarado,
tras una
imagen sonriente
existe un corazón desbaratado.
Quizás algún día como hoy,
tenga el valor para decirte
quien soy,
y no mentirte
o al menos tenga el valor
para mentirte menos.
Ella... lo sabe todo,
y quizás algún día tú te enteres,
pero será tarde de cualquier modo,
y quizás ella se vaya y tú te quedes.
Autor: José Israel Negrón Cruz
Fecha: 24 de julio, 2001
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