El presidente de Puerto Rico

“Desde el Well-fare State,
donde hasta en el punto
se capea con la tarjeta
de los cupones”.
M.A.N

No sé si reírme o llorar, cada vez que un nativo con gabardina se para bajo el sol tropical del Caribe en pleno verano. A dar un mensaje de Estado. ¿Qué Estado cabrones? –El Estado de Mickie Mouse, sí…ese, porque aquí to’ el mundo se está yendo pa’ Florida…

 Lo primero que cualquier ente pensante debe conocer es la acepción de mensaje. ¿Qué es un mensaje? Dentro de La Teoría de la Comunicación que todo aquel que tenga un nivel académico mayor de un octavo grado de Porto Rico, un segundo grado, de Cuba, y un sexto grado de República Dominicana, debe conocer. Y por si por un momento la olvidaron les recuerdos los elementos que componen la misma: emisor, receptor, canal, mensaje, código y barreras, hago esto para evitar divagaciones en el proceso de discusión de la tesis, en los postulados argumentativos y la retórica en sí misma. Hago esto como un acto de pedantería y ejercicio fútil de ocio y frustración porque me entretiene joder, y no en la lívida acepción española, sino en el jocoso convencionalismo puertorriqueño que encierra la polisemia de esta palabra. Joder, repite conmigo jo-der. Practiquemos la división silábica con aplausos: A mí /me / gus/ta jo/der. Verbo conjugado: Yo jodo, tú jodes, él jode, nosotros jodemos, vosotros jodeis, ellos joden.  Ya, ya es chavar o fastidiar, vamos, nada malo para los alejandrofilos, sí, sin club de “hater” ¡hombres!… y mujeres por supuesto sobretodo mujeres, que son las que trabajan y llevan la batuta.

Los elementos de la comunicación serán incorporados al mensaje de Estado, para descifrarlo. El emisor: quien emite el mensaje, que debo aclarar, que el caso del mensaje de Estado no es el Gobernador=Presidente de Puerto Rico en todo caso, y no hablo de Francisco Ramírez Medina (quien sí fue presidente de Puerto Rico cerca de las dos de la madrugada, aquel glorioso 24 de septiembre) sino de Alejandro “Magno” y lo de magno pa’ que se sienta grande, tu sabes, como el “bichote” en su barrio, como el macho en su casa, como el “dueño” de un pub alquilado, en cualquier esquina de PR.  El emisor es quien le escribe al Gobernador, el autor de las putas notas que usa en la libretita Jean Book  que usa en todos sus discursos, que según me cuentan mis amigos de Fortaleza, es Antonio, su hermano, a quien tuve la oportunidad de conocer en mis años de bachiller, cuando ejercía como Presidente de la Universidad de Puerto Rico, cada vez que surgía un tranque estudiantil y claro, fue quien me entregó mi diploma hace poco más de media década en el Centro de Convenciones y nuestras manos se estrecharon de buena manera. Como olvidar su forma pausada de hablar, sus manierismos, más propios de un joven criado en la zona aristocrática del condado que en lo rústico de un campo de Coamo. Antonio es el emisor, porque es quien emite el mensaje. Pero qué papel juega el Gobernador-Presidente, dentro de la Teoría de la Comunicación, el Gobernador-Presidente es el canal es el medio que transmite el mensaje, que en este caso se usa su voz. El Gobernador es el instrumento por el cual transita el “mensaje” que el emisor desea transmitir a sus receptores.

Pero volvemos, ¿qué es el mensaje? El mensaje es la información que se emite por el emisor y que recibe el receptor mediante un proceso de decodificación. ¿Quién es el receptor? El receptor: son quienes reciben el mensaje y todos sabemos que serán la claque de focas amaestradas, con poca escolaridad, pero con unas manos grandes, muy grandes, acostumbradas a pegar pancartas, manos grandes para aplaudir fuerte y una boca de corneta que sirve para vitorear cualquier cosa que salga de boca de ese ser extraño que se autodenomina gobernador y seamos honestos, todos sabemos que el único que le reconoce este “status” es el mismo, porque aquí no hay Gobernador en propiedad. En los Estados Unidos de América, cada estado tiene su gobernador. Pero nosotros no somos un estado, somos una propiedad, un terreno que juega a ser estado federado con el apoyo y reconocimiento que nunca ha tenido en algunas ocasiones y en otras a una República. Pero todo forma parte de una realidad alterna que solo los puertorriqueños, los insulares entienden, que recurre y se recuesta de una falsa democracia, quimérica, con visos de oropel. Pero la prenda ya se desgastó y el material barato que brilló durante décadas, sacó a pasear su naturaleza.  Lo de gobernador es un título honorario que nos concedió el Congreso, títulos Honoris causa, y la causa del gobernador actual es ser guapo. Torpe, pero guapo. Y en un País que anda con el lívido como prioridad, la estética “gobierna”…

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Autor: José Israel Negrón Cruz      
Escrito en noviembre del 2013 
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Revisado el diesiseis de diciembre del 2014

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