Desde la
mirada de la autora que nos ocupa: “La guerra política y militar entre España y
Estados Unidos no termina ello de Diciembre de 1898 con la firma del Tratado de
Paris sino que se perpetúa ideológica y culturalmente hasta nuestros días en
Puerto Rico”. Con este discurso, expone que dentro de la cultura y la ideología
(siendo intencionalment redundante) existe un ejercicio de resistencia ante la
Invasión Norteamericana del 1898. Este argumento esbozado en el inicio del
texto es “pie forzado” para identificar
las posiciones en cuanto a la llegada de los norteamericanos a Puerto
Rico y sus posibles efectos. El texto presenta la condición colonial de la Isla
como penosa: “un territorio que ha sufrido transformaciones históricas
considerables pasando de ser colonia tradicional a colonia postmodema actual
que se debate entre los límites y definiciones de la identidad política y
cultural de una nación”. Esto provoca
una lucha en la política, literatura y cultura en general entre dos grandes
paradigmas; el primero el constructo de lo que es ser puertorriqueño con todo
lo que esto implica y el modelo de la otredad, el ser norteamericano.
“Desde la Isla
se añora el pasado aristocrático español mientras se ensalza el crecimiento
económico que la industrialización norteamericana ha traído a Puerto Rico, se
evocan los versos patrióticos de José Gautier Benítez, mientras se vota a favor
de la estadidad”. Creado una dualidad entre lo que nos formó como
puertorriqueños, el pasado aristocrático puertorriqueño, las letras españolas,
latinoamericanas y nativas, los múltiples ejercicios culturales que van desde
la comida hasta la música y aquello que
supuestamente podemos alcanzar por el ejercicio fútil del voto hacia la
estadidad. Y enfatizo en que es una suposición, porque la realidad política es
otra, el que gane la estadidad mediante un voto colonial no implica una anexión
a los Estados Unidos de América. Desde
España suele ser recurrente el darle énfasis a la perdida de Cuba, como
territorio, sin analizar el caso del devenir de Puerto Rico y del choque entre
la cultura anglosajona con la hispana que provoca unas transformaciones o
“deformaciones” culturales-sociales que vale la pena estudiar al dedillo para
comprenderlas en lo mayor de lo posible y comprendernos a nosotros mismos
dentro de u ejercicio de introspección sincera.
Los Estados Unidos de América
durante el periodo de Invasión y subsecuente
se presenta como una nación que liberta pueblos de la tiranía de
caudillos autoritarios. Mientras explota otros, sin misericordia alguna, siendo
penosamente, el segundo, el caso que atañe a Puerto Rico; un pueblo explotado
por las condiciones que impone el coloniaje postmoderno. Aquí encontraríamos la
mirada negativa del coloniaje dentro del proceso de colonización en sí mismo,
siendo los puertorriqueños los explotados, las victimas. Sin embargo, el
proceso colonial, presenta ventajas para el colonizador; unos Estados Unidos
que se alzan ante el mundo como estandarte de la libertad, mediante discursos
demagogos que fueron aceptados, sin mucho cuestionamiento en las primeras décadas
del siglo veinte.
EL
discurso paternalista de los nuevos colonizadores, engaña un sector mayoritario
de las masas que ha falta de la capacidad de elaborar un pensamiento crítico de
su condición colonial lo digieren sin mucho cuestionamiento. Las promesa de
brindar una protección a la propiedad y vida de los puertorriqueños por medio
las garantías de las instituciones liberales de su gobierno. Es irónica ante la
expropiación de las tierras campesinas, para crear las grandes centrales
azucares y otros monopolios. Las tantas e incontables muertes en la Primera y
Segunda Guerra Mundial, en Corea, Vietman, nos llevan a cuestionarnos, donde
está la protección a la vida de los puertorriqueños.
Aunque
la llegada al poder del Coloso norteamericano se caracteriza por un periodo de
opresión militar, que presenta uno de los periodos más sangrientos de nuestra
historia. La Isla sirve Que prepara para
realizar experimentos políticos, militares y sociales con los puertorriqueños y
en la mayoría de los casos sin su propio consentimiento. Así que aunque en
forma discursiva se habla de libertad y prosperidad, la realidad práctica es
diferente.
Otra desventaja importante que sufre
el pueblo puertorriqueño lo esta en el renglón del café y sus ventas, el cual
se va a pique, ya que el principal mercado comprador de este producto lo es
España y los países europeos, un contacto comercial que se pierde con la
llegada de los norteamericanos.
La comunidad intelectual
puertorriqueña de finales del siglo XIX y principios del siglo XX se sintió
igualmente decepcionada, esto se ve en la posterior literatura la cual se
presenta como una de pesimismo y añoranza al periodo español perdido. Dos
poetas que se destacan por la defensa cultural de pan-hispánico lo son: José de
Diego Padró y Luis Llorens Torres, los cuales presentan un modelo cultural
antagónico al norteamericano. Para Llorens y José de Diego Padró, la identidad
cultural se define por medio de los siguientes parámetros; religión, lengua y
raza, los cuales benefician lo español dentro del contexto de la colonización.
Ellos se reafirman en que somos culturalmente españoles o de ascendencia
española siendo más precisos en el análisis. Esta mirada representa las raíces
autóctonas de lo que es ser puertorriqueño. Lo que provoca un latinismo que nos
une a las naciones de América con un pasado común español y que se contrapone a
los procesos de asimilación que se intentan imponer por medio de la cultura
anglosajona. Esta idea nos es propia de los puertorriqueños sino que es
compartida por otros latinoamericanos, como el cubano José Martí. Dando paso a
un ambiente antiamericano que reina en las primeras décadas del siglo XX.
Desembocando eventualmente en la creación del Partido Nacionalista y del
Partido Independentista Puertorriqueño.
Con la formación del Estado Libre
Asociado Puertorriqueño se crea una
ilusión de autonomía cultural que logra apaciguar los sentimientos
anticoloniales de los puertorriqueños. Después de la caída de la URSS, los
Estados Unidos parecen haber perdido el interés en Puerto Rico. Otro problema
que confrontan los puertorriqueños es la dislocación espacial producto de la
migración, la cual favorece al colonizador al proveer mano de obra barata y
manejable, mientras va en detrimento del colonizado que ya ha perdido su tierra
y ve amenazada su identidad. Producto de este proceso migratorio surgen grupos
como los “nuyorican” que son un vivo ejemplo de lo que el texto denomina como
biculturalidad y que goza de autores como Pedro Pietri y Esmeralda Santiago.
Paradójicamente, la literatura puertorriqueña en los Estados Unidos, hoy en
día, es la más comprometida con el tema de la identidad cultural y funge como
un ejercicio de resistencia dentro del mismo Imperio.
El futuro de Puerto Rico tal cual
fuera hace un siglo, sigue siendo incierto, la situación colonial sigue siendo
únicamente ventajosa para el colonizador y va siempre en detrimento o
desventaja del colonizado.
José Israel Negrón Cruz
diciembre del 2014
José Israel Negrón Cruz
diciembre del 2014
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