Miradas al Entierro de Cortijo (breve análisis literario)



“Que injusta, que maldita, que cabrona es la muerte, que no nos mata a nosotros, sino a los que amamos“
                                                                                                                                               
Carlos  Fuentes

                El Entierro de Cortijo es una crónica que puede ser analizada de mủltiples maneras, tanto por su riqueza en contenido como por su multiplicidad óptica. El texto revela la crudeza del Puerto Rico negro, pobre, carente de orientación y orden social. La lectura del texto es un recorrido por diversos rumbos, no importa desde donde se mire y cómo se observe. Se recrea por medio de la palabra; el limbo constante, marcado por el escape de la drogadicción, la "titerería" y la cultura del arrabal que fue urbanizado por el “desarrollo muňocista”. Las miradas del cronista; Edgardo Rodríguez Julia, delatan mucho más de lo que los antropólogos denominan como un rito de paso, esa ủltima despedida entre los vivos y el muerto. Se pueden apreciar la multiplicidad de manifestaciones socio-culturales de nuestro sector negro, rumbero e irreverente ante la muerte, ante el blanquito de Ponce (Rafael Hernández Colón) y ante las zonas circundantes; Ocean Park, Isla Verde, que son el gran silencio de la Lectura.  
            La primera vez que el Texto me encontró, estaba sentado detrás del escritorio de un salón de clases que ha quedado en desuso. Para el 2009, la Escuela Repủblica del Perủ  era “tierra de nadie”; un punto de contacto entre los exiliados de la Loíza negra y la muchachería del Caserío Luis Llorens Torres, era la arrabalería urbana encarnada en un espacio y tiempo. Eran los hijos y los nietos de los que velaron a Cortijo, eran los Paris, los Verdejo, los Cepeda que por descuido selectivo desconocían lo que por aquellos lares, había pasado tres dėcadas atrás y me tocó a mí, hacerles el cuento.
            Explicar la hibridez de la crónica; ese texto mitad historia y mitad literatura me resultaba difícil en el 2009 y sigue siendo un reto ahora. Por qué es acaso posible determinar con precisión: ¿dónde termina el relato histórico y comienza a divagar la mente del cronista? No me atrevía a afirmarlo con exactitud en el 2009 y menos ahora. Solo puede afirmar que tiene una narración lineal, caracterizada por múltiples introspecciones, que nos revelan la infancia del cronista, los ladrillos que lo formaron en la 65 de Infatería, su lívido inclemente ante un par de buenas nalgas del caserío y un sin fin de otras cosas.  ¿Cómo mira Rodriguez Julia? Pues como ủnico se es posible mirar la vida; de adentro hacia afuera. Como todos miramos, a travės del cristal grueso de nuestras experiencias vividas al pasar de la vida, a travės del constructo cultural que somos. Así mira, de un lado a otro, matizando, coloreando un evento natural, una despedida o bienvenida al Olimpo de los inmortales, que salvados por el recuerdo y ủnicamente por el recuerdo, seguirán vivos.
            Explicar lo vivido durante la llegada a Llorens, el velorio en el Centro Comunal del Caserío, la procesión  hasta su ủltima morada y el posterior entierro del cadáver, son momentos relatados al dedillo, mirando los detalles que cautivan al narrador, captando las emociones, el sudor, el dolor de los penantes y las miradas entrometidas de l@s curiosos. El arrabal urbanizado, el civismo incivilizado de los que despiden al gran Plenero, solo pueden captados por medio miradas, distintas miradas de mismo cronista. Ese será el motor y protagonist de esta presentación, cómo mira Rodriguez Julia.
            Durante gran parte del texto la mirada de un materialista histórico, de un joven enfocado en la diferencia de clases sociales y el uso de los vocablos más propios de un entusiasta comunista, que de un crónista clasemediero salen a traslucir. A la llegada a la calle Providencia el Cronista expone:  “la Providencia de Llorens es ámbito de eso que los marxistas clasifican bajo el signo de liumpen; mi madre pequeňo-burguesa hablaría de títeres, no es lo mismo, pero para todos los efectos de miedo al otro sabe igual” (pág. 12) Un poco más adelante mira y describe con un erotismo gráfico, más propio de un fizgón de oficio, que de un escritor: “ La pizpirereta mulatita que destaca la sabrosura de su culito contento con esos mahones cuya costura trasera Chardón abre los gajos de las nies” (pág. 16) En multiples ocasiones el narrador se toma la libertad de echar su lívido a correr y fijarse en esos detalles que resaltan dentro del erotismo arrabalero. Para hacer más fácil la descripción grupos, se toma la libertad de estereotipar constantemente. Un ejemplo de esto lo es “No en balde esta generación Walk Man recibió, en justo reconocimiento para las febriles contradicciones de esta sociedad, el primer premio del concurso nacional Pac Man en la personita de !una niňa de nueve aňos del Residencial Luis Llorens Torres” (Pag-20). Su mirada irónica, que denota un sentido del humor agudo, se percibe en otras ocasiones: “Una vez convertidos en cadáveres comenzamos a apestar la memoria. ¿Excepto los inmortales como Cortijo? No sé, quizás lo que llamamos inmortalidad es el modo terrenal del infierno”.(Pág.21) El simbolismo por medio iconos, como la cruz y la crucifición son notables: ““ Llorens terminó crucificado por el equívoco, lo mismo apunta hacia las caňonas de la calle Providencia que hacia el soneto italiano.” (Pag. 21) Su constants introspecciones delatan su manera de ver la vida, como percibe el alrededor que le rodea y las circunstancias que vive: “La muerte es un silencio acentuado por la quietud” (Pag.28) Su mirada hispanofila, se escapa en multiplicidad de ocasiones: “Y me pregunto si esto de enviar flores no resulta algo incongruente y hasta gallego cuando se trata del ambiente musical de los caseríos” (Pag. 29)
            Por ủltimo, quisiera mencionar, algunos apuntes que realicė al texto, entre los valen la pena tomar en cuenta; la edad del autor al momento de realizar este ejercicio. Rodriguez Julia contaba con tan solo treinta y cinco aňos de edad. El texto llama la atención por sus constantes analogías: “El centro comunal es pequeňo. Me recuerda al anfiteatro de mi escuela superior…”

            Existen muchas maneras de posible deconstrucción del discurso literario elaborado por Rodriguez Julia, en esta ocasión yo seleccionė las miradas, en quė y cómo se enfocaba el cronista. Pero sugiero para futuros análisis que este sea desmontado desde papel que juegan los gėneros, cómo se presenta al hombre y a la mujer o dando un enfoque en cómo se describen las clases sociales en Puerto Rico para ese momento histórico.

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