EL OPINÓLOGO (Qué es un opinólogo)




OBJETIVO DE ENSAYO

El objetivo principal de esta lectura, es que el lector pueda aclarar confusiones frecuentes que existen en cuanto a los conceptos de opinólogo,  opinología y opinante. Al finalizar este ensayo debe poder identificar qué es un opinólogo, sus funciones y limitaciones. Cómo se aplica la teoría de la comunicación dentro de la opinología. Se responderá: ¿cuáles son las funciones de un opinólogo dentro de las Ciencias Sociales? ¿Por qué la opinología es una ciencia? ¿Cuál es la percepción de la academia ante la opinología? ¿Qué le depara a esta rama del conocimiento humano? Detallaremos términos medulares, según surja la necesidad, y esperamos saciar cualquier duda respecto de nuestra disciplina.

¿Qué es la opinión?

            Dentro de la semántica, la opinión es un solo significante al que se le adjudican múltiples significados que se debe a la cantidad de puntos de vista que pueden tener la mayoría de los referentes, y las ópticas desde los cuales esta se pueden apreciar e interpretar. Para un opinólogo la opinión siempre será su objeto de estudio, para un opinante su mecanismo de comunicación y para un tercero puede que lo defina como un murmuro innecesario. Todas son iguales de válidas desde una perspectiva polisémica. Así que para definir opinión de manera amplia, tendríamos que tomar en cuenta un sinnúmero de perspectivas complementarias que nos llevarían a un ejercicio exhaustivo, pero fútil para los propósitos de este trabajo educativo.

            Sin duda alguna, todos tenemos más o menos una noción de lo que significa la opinión. Nociones válidas, pero cuasi infinitas, como expliqué en el párrafo anterior. Así que sin restar validez a cada una de las nociones que puedan esbozarse, debemos delimitar nuestro objeto de estudio, para que este sea manejable. Para esto, nos remitimos al convencionalismo idiomático, y nos remitimos al organismo regulador de la lengua que es la Real Academia Española quien en su vigésima segunda edición nos brinda las siguientes acepciones: ‘’opinión (Del lat. opinĭo, -ōnis). 1. f. Dictamen o juicio que se forma de algo cuestionable. 2. f. Fama o concepto en que se tiene a alguien o algo’’

            Analicemos el primer inciso detenidamente, desde esta definición la opinión es un dictamen o juicio, ambos de carácter individual que se formulan acerca de una persona o suceso. Para llegar a ese dictamen debemos tener elementos de análisis que nos sirvan como referente en el proceso de la creación de una opinión. Por tal razón, una opinión, no debe confundirse con un comentario. El comentario es espontáneo, la opinión no debería serlo, debe llevar consigo un proceso de introspección y racionalización acerca de lo cual se va a opinar. Dado el hecho de que la opinión solo encuentra su espacio en temas o asuntos cuestionables, que den espacio a la problematización, la misma debe ser lo más convincente posible, con el fin de esta prevalecer. La opinión debe ser acerca de temas debatibles. Y reconozco que con mucha facilidad un pos-modernista puede argumentar que todo es debatible. Pero al menos esa no es la posición de la opinología tradicional. Ejemplo de esto podría ser, el decir que: “la moneda de mayor circulación en Puerto Rico es el dólar”. ¿Es debatible? Tal vez, pero sin duda alguna nos saldríamos de los procesos de racionalización que se requieren para poder formular una opinión. Así que básicamente entraríamos en comentarios insostenibles ante una simple argumentación contraria. Y en una postura, que rosaría con la locura. Por tal razón, no se debe opinar acerca de cualquier tema y mucho menos si nuestra opinión, no carga en si misma una racionalización sostenible.

De manera continua, escucho hablar acerca del derecho a opinar, pese a que la opinión no es un derecho, en ninguna parte de la Constitución de Puerto Rico se habla del derecho a opinar. Por el contrario, existen un número considerable de leyes dirigidas a que esta se limite. Un patrono que opine que las mujeres son menos eficientes en el trabajo puede ser tildado de ser uno que ejerce el discrimen por género, una mujer que diga que opine que sus compañeros de trabajo de color negro son feos, pese que a sus referentes de estética formados desde su niñez, la inclinan a opinar de esta manera, puede ser categorizada como racista y tener consecuencias legales. Así ocurre con multiplicidad de ejemplos que no vale la pena saturar. Pese a todo esto, la opinión es un valioso recurso del cual se suele abusar de manera indiscriminada.

            Retomando el segundo de los dos significados que nos provee La Real Academia Española, encontramos que dentro de la polisemia oficialista en la segunda acepción, se alude a otro significante. En este caso “opinión” se refiere a la fama creada por el conjunto de juicios u opiniones acerca de una persona, cosa o lugar. Dentro esta segunda categoría, entraría la mal llamada “opinión pública”. Para los opinólogos, la opinión pública no es otra cosa que la opinión dominante en grupo, sector o clase social. La opinión pública es la suma opiniones individuales, donde se pretende hacer de instrumento, que es de carácter heterogéneo por naturaleza, una homogenización. Para lograr esta homogenización de la opinión se recurre a la esteriotipación  de lo que se pretende homogenizar. La estereotipación es una técnica efectiva para controlar masas bárbaras, manipulables. La opinión pública no es otra cosa que la homogenización de opiniones heterogéneas encerradas en un paradigma de opinión que satisfaga al gran grupo de baja escolaridad y pobres capacidades introspectivas que consumirá ese constructo. Para ejemplificar este argumento, podríamos tomar como ejemplo la pregunta: ¿Quién es el mejor candidato a la gobernación? La inmensa mayoría tomara como referentes para emitir su opinión, que debería ser el resultado de un profundo proceso de análisis y ponderación, elementos que rayarían en la trivialidad. Entonces comenzarán a responder, fulano es el mejor candidato. ¿Qué referente o elementos de análisis utilizaste para formular esa opinión? Qué es el más lindo. Ósea, que empleo sus referentes de estética para evaluar un cargo administrativo. Otro te dirá mengano, ¿Por qué mengano? Porque es el candidato de mi partido. ¿Conoces su plan para el próximo cuatrienio? No. Ósea, que su único referente fue el partido político al que mengano pertenecía y no sus cualidades administrativas que básicamente es para lo que va a ser elegido; para administrar. Los opinólogos recomendarán trabajar en la estética de los candidatos y posiblemente faltos de cualidades pertinentes, la construyan durante el proceso de creación de la opinión pública. En este sentido y dirección, la opinión pública dirá que el candidato es guapo, inteligente y fiel a su partido, Por tales razones es el más capacitado para ser gobernador o presidente de la nación.

   Ambas se estudian por el opinólogo, pero la segunda sirve para fines estadísticos y para crear perfiles poblacionales que en la mayoría de los casos, tienen poca valía para la Academia.

            Opinólogo, opinante y receptores dentro de la teoría de la comunicación
            La ciencia de la opinología está construida sobre la teoría de la comunicación de la cual haremos un breve repaso, con el fin de no caer en divagaciones o huecos cognitivos. El primer componente al cual aludiremos es lo que se conoce como el emisor, aquel que emite la opinión. Dentro de la opinología, el opinante, siempre debe ser el emisor principal.

La función del opinólogo es analizar la opinión y como opinólogo, no debe interferir o alterar el proceso de la emisión de opiniones por parte del o de los opinantes. Esto atentarían contra el carácter científico del proceso investigativo. La opinión debe extraerse en estado puro, es decir que el opinante no sea manipulado en momentos previos al este emitir su juicio. Esta sería la manera tradicional con la que trabaja un opinólogo. Las herramientas que utilizan pueden ser múltiples, desde una encuesta, donde el opinante no se identifique. Hasta una conversación casual en la que el opinante no se percate que es  objeto de estudio para no obtener resultados alterados.

Existen procesos más invasivos, donde se pretende manipular la opinión de un individuo o una masa heterogénea. Para llevar a cabo este experimento en particular, se lleva a cabo el mismo método científico que en cualquier otro experimento. debe tomarse una muestra del o los opinantes en estado puro, es decir sin ningún estimulo, acerca del tema o suceso en particular a base del cual del se quieren obtener la opinión. Luego se somete al opinante a un proceso de distintos estímulos y después de cada estimulo se toma una muestra de su opinión, de esta manera se puede manipular la opinión de un opinante, llevándola hacia donde el opinólogo desee.

La o   entere que está pasando por un proceso de investigación. ¿Esto es legal? Sí, lo que no lo es viene siendo el ejercer una presión innecesaria para adelantar el proceso investigativo. El opinólogo siempre tiene la función de  uno delos receptores es el recipiente del mensaje emitido por el opinante.aunque esto no descarta que existan otros receptores. Todo aquel que sea impactado por la opinión es un receptor. Dentro de los cuales podemos encontrar los receptores escogidos, que es la persona o grupo para la cual se hizo la opinión y los receptores incidentales que son aquellos que por casualidad la recibieron. Un ejemplo de esto podría ser una discusión acerca de un suceso histórico en pugna. La opinión del opinante va dirigida a expertos historiográficos en esa área, pero eso no quita que un oyente o lector casual, reciba la opinión acerca del suceso histórico que no ha sido corroborado aun por los investigadores.

            Habiendo aclarado que el opinólogo cae dentro de la categoría de receptor silente, continuamos con aspectos más livianos de la teoría. Dentro de esta encontramos el canal; este es el medio el cual utilizará el opinante para emitir su opinión, ya sea televisión, radio, prensa escrita o medios cibernéticos por el cual pueda transitar el mensaje. Por otro lado el opinante siempre requerirá de un código para emitir su opinión, este por lo regular se limita al idioma del emisor-opinante aunque pueden existir otras variantes. En el caso de los pintores, por ejemplos, estos pueden utilizar toda una codificación de símbolos para emitir su opinión acerca de un suceso o una figura histórica y va a depender del código que seleccione el opinante para transmitir su mensaje. Es imperativo que para que el opinólogo pueda llevar a cabo su función de análisis, conozca al dedillo el código por el cual se comunica el opinante. El último aspecto dentro de la teoría de la comunicación aplicada a la ciencia de la opinología, son las barreras. Todo aquellos que pueda crear interferencia entre el opinante y el opinólogo. Las barreras son quizás el más grave problema que puede confrontar un opinólogo durante el proceso de la decodificación del mensaje e incluso puede llevar al fracaso el estudio que se este realizando.

            ¿Qué es la opinología?

            La opinología es la ciencia que estudia las opiniones de los seres humanos, para diagnosticar condiciones mentales, como la baja autoestima, depresión, diversos trastornos, y prejuicios: a) étnicos, sociales, religiosos, de clases económicas, por educación, por estética entre otros aspectos que detallaremos más adelante de los cuales se  elabora lo que se conoce como el  perfil de opinante o tipos de opinantes, los cual detallaremos más adelante. La opinologia busca soluciones concretas a problemas que en la mayoría de los casos son provocados por detonantes culturales. La opinologia se considera una sub especialidad dentro del área de la sicología.  Quiere decir esto que para ser opinólogo debes realizar tu doctorado en sicología. Se aplica tanto a niños, adolecentes como adultos y se cree que es la forma más efectiva de obtener un perfil de la siquis del ser humano. En la actualidad son muy pocas las universidades que trabajan esta área del saber que se vuelve cada día más practica con el avance de la tecnología. “Hoy en día, todos quieren que su opinión sea escuchada. En el pasado tenías que llevar al cliente al consultorio y elaborar una metodología en la cual el sintiera identificación contigo para comenzar el proceso de indagación, hoy basta con entrar a las redes sociales y obtendrás un perfil inmediato de tu cliente, sus gustos, decepciones y prejuicios entre otras tantas cosas que no necesariamente se derivan de la opinión, las fotos dicen mucho…”

¿Qué es un opinologo?

            El opinologo es el especialista en la opinología, una sub especialidad dentro de la rama de la sicología y las Ciencias Sociales. El opinólogo analiza tanto la opinión como al opinante. Por lo regular no suele tener interferencia con el opinante y sus recomendaciones son llevadas a cabo por los sicólogos y otros especialistas de las Ciencias Sociales. El opinólogo elabora un perfil detallado del cliente basado en sus opiniones y después lo categoriza en bajo uno de los tipos de opinantes existentes. Los opinólogos han prevenido ataques terroristas y evitando suicidos entre otros tantos de sus logros. Sus métodos de retroalimentación son muy variados y por lo regular dependen de la edad e inclinaciones del cliente. Un opinólogo puede atender a un paciente de sesenta años y simplemente pedirle que lea una noticia y que emita una opinión acerca de la misma. La noticia puede ser de un asesinato, violación, logro atlético o cualquier tema de interés, lo importante es que el cliente piense y emita una opinión. En cuanto a los adolecentes, este puede darles un juego de video y el principio es el mismo, la opinión de adolecente lo llevara a crear el perfil de este.

¿Algunos tipos de opinantes?

El Opinante Teocéntrico: basa su opinión en fundamentos teológicos o “teoinlógicos”. No importa cual sea el suceso, fue voluntad de Dios. De primera instancia parece sencillo el pensar que todo es voluntad de Dios, hasta que se analizan los sucesos de forma detallada. Para este tipo de opinante no hay matices, o se es bueno o se es malo. Basará su opinión según el referente religioso que tenga y descartará cualquier base científica que explique el suceso. Dos ejemplos que tomaremos, en primer lugar el pasado terremoto de Haití. Aunque suene descabellado se volvió una opinión común entre algunos opinantes teocéntricos el pensar que el terremoto fue un castigo de Dios porque ellos practicaban el Vudú. La racionalización de esta opinión estriba en que al ellos no ser un pueblo cristiano y tener otros referentes religiosos, han sido castigados por el Dios de los cristianos.  El ejemplo suele ocurrir cuando un huracán se declara alerta de huracán para el País y este se desvía. Sin tomar ninguna base científica de porque el huracán cambió su trayectoria, el teocéntrico racionaliza que por medio del poder de la oración, el huracán se desvió. Que por ser un pueblo cristiano la Isla está bendita. Este argumento es peligroso porque así nuestro pueblo está bendito, Haití está maldito, y todas sus penurias son consecuencias de sus creencias religiosas.

El Opinante Conspiracionista: basa su opinión en fundamentos “conspiracionales”. En este caso va a depender de su formación ideológica para atribuirle la conspiración a un grupo o Estado. Ciertamente las conspiraciones existen y se han probado muchas a lo largo del tiempo. Pero esto no quiere decir que todo lo que sucede a nuestro alrededor esté orquestado. El conspiracionista no cree en azares, todo forma parte de un malévolo plan, para  lograr algún objetivo en específico. Es común entre los cospiracionistas que pasen por fases de megalomanía donde ellos se sienten un eslabón importante dentro de la conspiración que intenta ser afectado. Para ejemplicar la racionalización de un argumento cospiracionista utilizaré como ejemplo el mosquito del chincugunya, aunque básicamente podría trasladarse la argumentación a cualquier enfermedad nueva. Un opinante conspiracionista me dijo que este mosquito era una alteración genética producto de enfermedades creadas en laboratorios auspiciados por las farmacéuticas para que la gente se enfermara y estas compañías enriquecerse. Ciertamente las farmacéuticas se benefician de los enfermos, pero el argumento no tenia un cintillo de evidencia, era pura intuición que podría fácilmente rayar en una falsa acusación.

El Opinante Racista: basa su opinión en fundamentos raciales. Por lo general suele tener ciertos datos superficiales acerca de lo que opina. Aunque el racismo ha sido tipificado históricamente como negativo o adverso hacia la persona por la cual se emite el prejuicio, este no es siempre el caso. Para ejemplificarlo, tomaré como ejemplo un amigo que después de una pelea entre un asiático y un latino. Al ver latino maltrecho y al asiático todo compuesto, automáticamente deduce que sabía artes marciales, sin haber presenciado la pelea o tener otro elemento de juicio que su origen racial. Otro de los casos más comunes lo es el negro de la pija larga. Existen estudios vagos que demuestran que algunos hombres de raza negra pueden tener un pene de tamaño considerable. Pero estos estudios, no dicen, que todos los negros tienen este atributo. Pues resulta que tengo me topado con opinantes que ven un negro y rápido deducen que posee esta cualidad. “Ese bulto en el pantalón es por equipaje que lleva dentro”. Al mirar  a un negro caminar con unos mahones apretados.

El Opinante Sexista: basa su opinión en el género del individuo y no en los hechos. Aunque se ha intentado llevar la igualdad a un estandarte desproporcionado, sería difícil atribuir muchos sucesos a elementos puramente de género. Uno de los ejemplos más entronizados en nuestra cultura es el de conducir vehículos de motor. Si por alguna razón una mujer maneja de forma desatinada, no faltará el varón que le atribuya este desatino a su naturaleza como mujer. Es decir, que la razón por la que guía mal es por ser mujer. Este sexista racionalizará su opinión a base de esta condición. Lo mismo ocurre en algunas mujeres que ven a un niño descuidado y dicen que padres no sabe cuidar crías. En realidad quieren decir que el hombres, por su condición de ser varón, no están capacitados para la faena de lidiar con niños.

El Opinante Polítiquero: basa su opinión en argumentos políticos partidistas. Aunque este fuera o dentro del sistema gubernamental, el mundo girará en torno a los partidos políticos. Para ejemplificar este opinante, tomaremos como ejemplo un individuo que es trasladado de una área de trabajo a otra. Aunque su jefe le haya dado razones de peso para realizar su traslado, este dirá que fue porque el supervisor pertenecía a otro partido político. También se ha visto a lo largo de la historia que ocurre algún sabotaje y se le atribuye a los independentistas u otros grupos de izquierda, sin que medie evidencia que apunte hacia esa dirección.

El Opinante Pseudoerudito: basa su opinión en artículos de interés, búsquedas cibernéticas, conversaciones y recursos de poco valor credencial. Suele querer acaparar la atención en cualquier debate que surja y recurre a su pseudo conocimiento en el área que se está debatiendo para formular argumentos en la mayoría de los casos desacertados. Resulta ser uno de los opinantes más toxicos dentro de una sociedad, ya que al hablar con supuestos fundamentos periciales, el receptor, que no es opinólogo para identificar su condición de pseudo erudito  tiende a tomar por ciertas las afirmaciones que este realiza y eventualmente puede reproducir el error que este formulo, creando una cadena de opinantes desatinados.

El Opinante Legalista: basa su opinión en la legalidad de un suceso. No importa lo trivial que sea. El legalista se remitirá a las leyes, muchas veces desconociéndolas de forma parcial o total. Recurre a la ley para darle sustentabilidad a su posición. No importa lo que haya sucedido él le dará un matiz legal. Y lo cierto es que en Puerto Rico, tenemos una cultura de sobre legislación, que desea acaparar básicamente todos los espacios del quehacer humano. 

El Opinante Todólogo: basa su opinión remitiéndose a si mismo a los vagos conocimientos que pueda tener en cuanto a cualquier tema. Se caracteriza por intervenir en cualquier tema, sepa algo, sepa bastante, o simplemente no sepa nada. Es aquella persona que pretende saber de todos los temas habidos y por haber. Emite juicios sobre ellos, sin tener la mínima pizca de conocimiento o una percepción vaga de la temática en discusión. Los todólogos se caracterizan por no permitir que otros opinen y suelen interrumpir constantemente la argumentación de otros para intentar que la suya sobresalga. Un todólogo opina en temas económicos, sociales, médicos, legales, ambientales y todo lo que le aparezca enfrente, usando su intuición como único referente en la mayoría de los casos.

El Opinante Dictador: basa su opinión en cualquier referente. En el caso de este opinante su mayor característica no es la opinión en si misma, sino que no acepta otros puntos de vista. Y aunque se agoten sus argumentos, su estado de negación puede llegar a tal punto que te responderá: “eso es así porque sí” Por lo regular el opinante dictador no es un buen debatiente y se caracteriza por ser un pobre comunicador. Suele ostentar posiciones de poder que en la mayoría de los casos, no llega los criterios para la misma. Este se recuesta de su poder para imponer su criterio. Un ejemplo de esto, lo puede ser el jefe o dueño de una compañía, su posición de jefe le da privilegios que el resto de la empleomanía no tiene y su opinión siempre tendrá más peso en cuanto al como se realizan las cosas. 

            Por entender, que el fin de este ensayo no es agotar el tema sino más bien, que sirva de base para artículos e investigaciones más profundas, asumo que ha cumplido con su cometido. De tener alguna duda o desear más información acerca del tema en discusión sabe que se puede comunicar conmigo y tan pronto pueda le responderé….    


     Autor: José Israel Negrón Cruz      
Escrito en noviembre del 2014
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Revisado el 16 de diciembre del 2014
Segunda revisión el 29 de diciembre del 2014
                                                                    

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