Después de dos días desconectado de los medios de
comunicación masiva, me siento sano y tranquilo. Sin darme cuenca me había
infestado con los virus del virus. El primero fue la ansiedad provocada por el
pensamiento constante de un futuro incierto, el estar ante una situación
desconocida y peligrosa que no había vivido anteriormente, me provocaba un
estado de inquietud que se estaba saliendo de control. El segundo virus fue el
miedo, sobre todo el miedo al hambre. El tercer virus fue la sobreinformación.
Estar tiempo consecutivo escuchando y leyendo acerca del COV 19 me hizo daño y
me tornó pesimista. Entonces me desconecté y me vino a la mente el cuento “Funes
el memorioso” de Jorge Luis Borges. Reflexioné sobre cómo se puede disfrutar la
vida a través del recuerdo de lo vivido. No importa si estamos encerrados en un
cuerpo o en una casa. Empecé a valorar el lado bueno de aquellos que había
vivido hasta ahora, a recordarlo y disfrutarlo. Me replantee mi vida hasta
ahora y aquello a lo que le había estado dando importancia. Voy a dedicar este
periodo especial para hacer las cosas que realmente me gustan y amo; la
siembra, aumentar la producción de alimentos en mi hogar, la lectura;
reorganizar mi biblioteca y leer aquellos textos que se quedaron pendientes. No
voy a vivir triste y ansioso. No vale la pena, no voy a permitirlo.
José Israel Negrón Cruz
23 de marzo del 2020
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