Yo no creo en la casualidad, así que, por alguna razón mística,
diría yo, los últimos dos libros que han pasado por mis manos tienen la
presencia de Carmen Turull. El primero fue la novela de Migdalia López
Carrasquillo: La muralla de amor, y el segundo; la novela La jaula, de
Roberto Ramos Meléndez. En el primero Migdalia le dedica su libro a Turull y
crea un personaje que tiene mucho de ella, hasta la forma de despedirse del
mundo. En el segundo, Carmen le escribe el prólogo a Ramos Meléndez. Y en esta
tercera ocasión yo la traigo con el recuerdo de quien fuera mi maestra de pedagogía
hace dos décadas atrás en la Facultad de Educación. Porque los buenos maestros nunca
mueren y viven en nosotros. Por eso es necesario mentarlos, como dice Migdalia
en su libro: “la Carmen Turull mentá” y recordar esa fuerza hecha mujer,
que sobrevivió al dolor más grande de la vida y nunca se quitó hasta el momento de su transformación. Esa fue la mayor enseñanza
que me dio con su ejemplo. İ No te rinda y da lo mejor de ti! Por
eso hoy Carmen Turull vive en los libros que leo, en mi recuerdo y en la vida
de miles de estudiantes que pasaron por sus manos y hoy la recuerdan con
gratitud.
José Israel Negrón Cruz
24 de marzo de 2023
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