“Mi mamá me ama” / Emilio Diaz Valcárcel / Comentarios de José Israel Negrón Cruz

Cuando Sol A. Guzmán me entregó el libro que Ilia Ballester me había enviado (ambas compañeras profesoras), era principio de semestre. Aún los estudiantes no habían iniciado el ciclo escolar y yo le daba los últimos toques de azul con marrón a mi aula. Puse la novela sobre mi escritorio, no sin antes ojearla un poco. A pesar de tener cuarenta años de haber sido publicada, parecía que nunca la habían leído; no había anotaciones ni dobleces de lector. El libro de Díaz Valcárcel estuvo dos meses en mi escritorio, al alcance de mi mano, entre exámenes y papeleo burocrático del Departamento de Educación. Entonces tuve una de mis crisis existenciales donde me cuestiono: ¿esto es realmente lo que quería hacer con mi vida? Detrás de esa pregunta siempre se esconde lo mismo; el miedo a perder el tiempo trabajando. Esas crisis las resuelvo leyendo y escribiendo. Y es que el sentido de la existencia humana, para mí, se encuentra en la literatura como forma de vida plena. Una lectura es superior a una conversación, incluso con el propio autor de esa lectura que te apasiona. Porque el que escribe pone, en la mayoría de los casos, lo mejor de él. Por eso, al leer una novela me estoy quedando con un pedazo de la vida del autor en el que dejó semanas, meses o años en el proceso de parir ese libro. Leer “Mi mamá me ama” me ha dotado de una parte de Diaz Valcárcel que se queda  conmigo y provoca reacciones y reflexiones que hoy comparto.

 La dedicatoria del libro a Don Ricardo Alegría anuncia que el tema de la identidad cultural estará presente en la lectura. Su personaje principal y voz narrativa, Javier Durán, alias Yunito, es un joven (veinte años) de convicciones asimilistas difíciles de digerir, aunque si hoy día toleramos a individuos que se sienten planta, perro o pared, los lectores podemos aceptar a un puertorriqueño que se crea yanqui, aunque los personajes de la novela no. Por lo que en uno de sus delirios anexionistas empieza a decir que caerá nieve en Guánica; ese pueblo por donde curiosamente comenzaron su invasión a Puerto Rico los estadounidenses, y recibe una paliza por individuos a los que no les hizo chiste su gracia. Este cae en la cama de un hospital en San Juan desde donde hace divagaciones mentales y apuntes con la excusa de producir un escrito para la Student Review como parte de una tarea asignada por el Sr. Manson; su maestro en el Adirondack College. Esa experiencia de cursar estudios superiores en los Estados Unidos le sirve para reafirmar su posición ideológica respecto a la identidad “anglosajona” de los puertorriqueños y puede comparar los paisajes superiores, según él, de “allá afuera con lo de aquí”. En esa cama de hospital, Yunito le habla al lector desde su posición de privilegio que disfraza con continuas aseveraciones jurídicas, aprendidas de su padre; un prominente abogado de la Isla que compartía buffet con su padrino; político sagaz del anexionismo puertorriqueño con el que Yunito recorre parte de la Isla en una campaña política de donde recoge experiencias para su informe. Este escribe desde la altivez característica de su posición económica y describe las tradiciones y costumbres de los lugares y personas con las se topa en ese proceso campaña. Después de juzgar, menospreciando a muchos de los presentes en el mitin político, se reafirma de manera sospechosa en que no discrimina de manera racial o social, a pesar de sus alusiones peyorativas que inquietan la mente del lector. Lo social-político se intercala desde el inicio de la novela con lo erótico. Yunito hace descripciones llamativas sobre el apetito sexual descontrolado de su hermana menor, quien después de ser sorprendida en el acto íntimo con el jardinero, decide echarse encima todo hombre que llega a la casa, creando así un problema para contratar el servicio de figuras masculinas por la familia. Todo esto parece durar hasta que consigue un maestro comunista con el que ella se “tranquiliza”, pero la familia se inquieta por sus inclinaciones políticas. También tenemos la figura Patty y su madre; la señora Mrs. Wagengald (gringas calientes) que comparten intimidad con Yunito y este se da el “lujo”, en sus cavilaciones, de compararlas en sus relaciones íntimas. Saliendo “ganadora” la señora madre por su experiencia y delicadeza en los amoríos. Todo esto ocurre mientras se enamora de la Delgado: puertorriqueña de caserío, enfermera del hospital y chica que este intenta seducir presumiendo su posición social, pero que, para su sorpresa, no le corresponde y es quien termina narrando el capítulo final de la novela cuando Yunito sale sano del hospital. Dándole así voz a esa otra clase social y permitiéndole emitir juicios sobre el joven Yunito y su familia de los cuales no salen bien parados.

Diaz Valcárcel crea una novela entretenida que juega con el tema de la asimilación de la clase alta puertorriqueña a lo estadounidense hasta rozar con la sátira a través de las acciones del personaje principal y su familia, mientras atrapa al lector con temas pseudo tabú de la sexualidad como la promiscuidad descontrolada de una adolescente de clase alta y la relación de una madre y una hija con un mismo joven, creando así una obra que nos atrae por la curiosidad sexual y nos entretiene con la presentación de las resonancias político-económicas representadas por medio de la narración de un joven privilegiado.

 

José Israel Negrón Cruz

18 de nov. de 22


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