I) Introducción
La presente monografía representa en primer plano el trabajo final para del Seminario de redacción literaria dirigido por el profesor Elidio la Torre Lagares en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico, ubicado en San Juan de Puerto Rico y en segundo lugar una investigación sobre la defensa de nuestra niñez existente hace un siglo atrás por parte de la escritora puertorriqueña Luisa Capetillo. Se toma como texto principal los primeros dos capítulos de Ensayos Libertarios Dedicado a los trabajadores de ambos sexos y hace alusiones y citas a otros textos contemporáneos a modo de comparación, refuerzo de la tesis monográfica y contraste con la misma.
Se cuestionará la perspectiva elaborada por Norma Valle Ferrer en donde se aluce a que Luisa Capetillo era una mujer adelantada a su época y contrapondremos con la posición de fue una dama privilegiada en su tiempo, pero no adelantada. Esto ante el proceso de formación educativa brindado por su madre y la posición social de la cual esta provenía.
Es menester, reconocer que la mayoría de los textos de Luisa Capetillo representan la problemática obrero-patronal suscitada con la invasión Norteamérica y para ser consecuente con algunos pensadores precedentes me suscribo a Pedreira en su ensayo: “Insularismo” donde señala este momento como el momento de un cambio abrupto de ciudadanía que transformo la Isla la mayor parte de sus contextos sociales y vivenciales. Aunque el tema de la ciudadana es secundario en esta monografía, esto no quieres decir que estará ausente del todo, sino que eventualmente junto con otros temas, se unirá sutilmente al argumento principal como anexo o refuerzo al hilo conductor de esta obra. Esto, por entender que en alguna media los conceptos, anarquistas, feministas y de carácter sindicalistas han sido estudiados ha saciedad en Luisa Capetillo por críticos y académicos de los años setenta quienes “redescubrieron” la figura de esta mujer ejemplar y estudiaron las perspectivas antes mencionadas.
La consecuencia natural de esta exposición o “boom” momentáneo es lo que se conoce como el desgaste que ocurre cuando un tema o perspectiva referente a un autor, ha sido prácticamente agotada. Se ha saturado el tema y ya no queda mucho que aportar al mismo. Quienes en alguna medida la rescataron del olvido al que parecía estar condenada por sus propios compatriotas, que poco conocen de ella y hasta parecen haberla devuelto al anaquel donde una vez la encontraron en la colección de libros raros en la biblioteca Lazaro, recinto riopedrense. Aunque debo reconocer que algunos escritores contemporáneos han hecho lo propio para que su legado no muera. Entre estos vale mencionar a Norma Valle Ferrer, autora de la obra Una adelantada a su tiempo. En su ateneo virtual, encontramos unos curiosos experimentos literarios donde se preservan algunas de las huellas Luisa Capetillo. Otra autora que no podemos pasar por desapercibida es Carmen Romeu Toro quien realizó una tesis enfocada en el carácter espiritista de Luisa Capetillo, quien promulgaba esta religión entre algunos otros pocos autores que se han dado a la tarea de seguir manteniéndola viva y viendo los diversos y ricos matices de su obra, para que así, en alguna medida, se pueda mantener vigente ante las nuevas generaciones…
Cuarenta años después de se retomara y se descuidara nuevamente a Luisa Capetillo en el debate académico, regreso a mi alma mater, detrás de sus pasos, entro a su refugio en la biblioteca Lázaro, en la zona de libros raros y pretendo probar que más allá de anarquista, feminista, socialista y sindicalista también fue defensora de la de la niñez puertorriqueña en el plano personal de su vida y el contexto literario de su obra. Tarea que fundamentaré por limitaciones de tiempo a Ensayos Libertario y en los datos bibliográficos que nos ofrece Norma Valle Ferrer entre otros autores.
Los textos centenarios de Luisa Capetillo, que una vez sostuvieron los intelectuales y académicos de la generación del 70”. Vuelven a resurgir, solo que esta vez con un nuevo enfoque investigativo. Cabe mencionar que la perspectiva de esta monografía será innovadora dentro del contextos de los trabajos previos enfocados en la autora. Es el primer trabajo investigativo donde se presenta a Capetillo como una defensora de la niñez en sus escritos. Al toparme con su obra, reconozco que resultó impresionante, quizás hasta envidiable el manejo magistral que posee la escritora sobre la retórica, va y viene con suma facilidad esbozando sus argumentos pero siempre enriqueciendo al lector, haciendo amena la lectura, donde las letras parecen fluir de forma natural sobre las páginas desgastadas con el pasar de los años y el olvido selectivo de la mayoría de los estudiantes jóvenes que lastimosamente no protegen su patrimonio intelectual. Hago un llamado a estos que de una forma u otra velen por el devenir de nuestros intelectuales, de nuestros niños, que es el tema que nos compete hoy, para así crear seres pensantes y capaces de enfrentar las vicisitudes que se avecinan. Debemos tener como norte y prioridad nuestra prole, lo demás puede esperar, lo demás, siempre será secundario…
Luisa Capetillo: ¿una mujer adelantada a su época o una niña privilegiada?
Aclaro que este primer subtitulo es un parafraseo que lo tome prestado de la biógrafa por excelencia de Luisa Capetillo: Norma Valle Ferrer. En su origen se nominaba “Una mujer adelanta a su época”. Norma ha dedicados su vida desde 1972 a estudiar los acontecimientos y logros de Capetillo. Sería un atropello a su trabajo intelectual pasarla por alto en esta monografía. Los datos biográficos que esta logró recolectar a los largo de décadas de estudio en torno a Luisa, no han recibido el bien merecido mérito que le compete. Norma, que como nota aparte y para orgullo de ella: es quien conserva los últimos recuerdos materiales Capetillo: lo cuales fueron entregados de la mano de su propia hija quien.
Porque preguntarnos si Luisa Capetillo fue una mujer que se adelantó a su tiempo como afirma Norma Valle Ferrer en su articulo “una adelantada a su tiempo” o simplemente gozó de ciertos privilegios que le permitieron desarrollarse social e intelectualmente a diferencia de la mayoría de población infantil y juvenil que vivía en la podredumbre. ¿Cuántas Luisas Capetillo? no hubiera dado Puerto Rico si las condiciones en las que esta se formó de la mano de su madre, hubieran sido la norma para aquel entonces. Dentro del contexto local ciertamente podemos definir a Luisa Capetillo, como una mujer adelantada a su época, pero prácticamente cualquiera que se hubiera educado en el exterior y viniera a vivir a Puerto Rico, se consideraría adelantado a su época en comparación con sus compueblanos. Así que debemos preguntarnos si esta afirmación se podría sostener ante el resto de los países del mundo, sobretodo los europeos. Con este argumento no intento devaluar o desprestigiar la gran obra de Luisa Capetillo sino darle un matiz más humano y real.
Es sabido que a lo largo del tiempo a los puertorriqueños les gusta crear ídolos, súper hombres o súper mujeres en este caso, que parecen transitar en muchas ocasiones por el aire, como seres divinos sin pasar por el rigor de una realidad histórico-cultural. Nos guste o no, debemos reconocer que la figura del procerato todavía esta vigente hoy en día. O acaso cuando ocurre una desgracia en una escuela, rápidamente muchos de nosotros nos desbocamos echándole culpas al Secretario de Educación como si este fuera una deidad capaz de multiplicarse y estar en todas partes al mismo tiempo. Es común ver como a diario se le achacan los pesares por los que atraviesa Puerto Rico a su Gobernador, como si fueran responsabilidad directa de este o como si al menos tuviera la capacidad para resolver una cuarta parte de ellos. Los engrandecemos al punto de verlo por encima del resto de sociedad y le atribuimos cualidades que superan lo humano. Lo mismo ocurre con los próceres, y las figuras históricas de Puerto Rico.
De un momento a otro pasamos de ser críticos a convertirnos en meros fanáticos, que ocultamos uno que secreto descubierto durante el proceso investigativo para no “dañar” nuestra obra o la imagen del individuo en investigación. Nos fascina el purismo en los seres humanos y omitimos detalles, los minimizamos en otras ocasiones que serian al final de cuentas de gran utilidad para entender el proceso de formación de la persona estudiada, enriquecerían al final de los días su obra.
Retomando el tema de la niñez de Luisa Capetillo debemos poner en perspectiva que venia de una familia muy acaudalada de Francia que emigró a Puerto Rico con afanes de aumentar su riqueza. Hija de padre español y una madre francesa, quien se dio a la tarea de educarla. Este detalle puede parecer simple, pero es crucial a finales del siglo XIX. Donde quienes único se educaban, eran los hijos de los ricos, y mientras mas rico, mejor educación recibías. Era la norma y seria un buen ejercicios reflexivo el pensar, si todavía queda algo de eso en nuestra sociedad contemporánea. Si nuestros niños pobres, se educan y tienen las mismas oportunidad que los que pertenecen a las clases acomodadas del País. De aquel entonces podemos sacar contadas excepciones como los discípulos de Don Rafael Cordero que no tenían que pertenecer a familias adineradas para recibir el pan de la enseñanza y en la actualidad, este principio se ha expandido. Y los que de una manera u otra podían llegar a las pocas escuela que existían en el País.
Ciertamente, la posición social de Luisa Capetillo fue un factor determina en su niñez y proceso de formación para que lograra llegar a ser, la mujer que fue. El segundo aspecto, el cual creo quizás sea el más relevante, es la vehemente influencia de su madre, quien como antes dije fue quien la educó y le enseño francés a la niña que posteriormente se convertiría la mujer anarquista. El francés a finales del siglo XIX era mucho más que un simple idioma, era la lengua de grandes filósofos, era la lengua de gigantes como Voltaire, era la lengua de la revolución. Luisa Capetillo no solamente conocía el francés sino que también había leído muchas de las obras francesas y estaba al tanto de todo lo que ocurría en este País. Detalle que en alguna medida formo su carácter liberal y revolucionario, siempre en favor de los obreros y el feminismo. Este privilegio lo tuvo menos del uno por ciento de la población de finales del siglo XIX. Así que desde este contexto hubo más que mucha materia gris en la cabeza Capetillo, se junto la inteligencia y las condiciones poco comunes en comparación con el resto de la niñez puertorriqueña de ese momento histórico en el que se crio como una niña privilegiada.
Una feminista en un País machista que dio la lucha para recibir el sustento de sus hijos
De dónde surge una mujer tan feminista como Luisa Capetillo, setenta años antes de que el feminismo fuera una manifestación popular en Puerto Rico. Es conocido por muchos el que Luisa Capetillo fue la primera mujer en utilizar mahones en la Isla y quizás la primera feminista reconocida del Caribe. La respuesta sigue estando en su formación afrancesada como expusimos en los párrafos anteriores. Es conocido que Luisa Capetillo era una lectora voraz y precisamente para el momento histórico en que esta comienza a adoptar y predicar las posturas feministas en Puerto Rico. Mujeres de gran renombre como Mary WollStonecraft ya habían causado una revolución ideológica con sus posturas feministas. Libros como Reinvindicación de los derechos de la mujer. Del cual muy problablemente una chica acaudalada como Luisa Capetillo se pudo haber dejado influenciar, este y muchos otros libros feministas provenientes de Europa le dieron las bases ideológicas y el marco teórico para elaborar y esbozar sus posiciones en la Isla.
Por consiguiente, no debe de extrañar que con su carácter libertario o libre en la mejor de las acepciones se convirtiera en la amante “querida” como solían nombrarle a la mujer que es mujer fuera del hogar del Márquez de Arecibo. Que como consecuencia de esta relación procrearon dos hijos. ¡Un escandalo! Manuel Ledesma estaba casado y tenia un afear con Luisa Capetillo. Luisa Capetillo la mujer símbolo de los trabajadores, se junto en primera instancia con un hombre pudiente aunque fuera en carácter de amante. La condición de querida resultaba incomoda para Capetillo e iba en contra de sus valores y principios feministas. Donde la mujer debía tener un lugar de altura dentro de la relación de pareja y evidentemente el ser la amante no representaba ese sitial. Rompiendo la norma social de su época, Capetillo no tardó en pedirle al progenitor de sus hijos que les diera una manutención económica. Siendo esta, también una de las primeras mujeres en recibir de forma oficial una pensión alimentaria para el sustento de sus crías. Asunto común hoy en día, que hace pensar a cualquier hombre calenturiento, antes de lanzarse en la aventura de procrear hijos fuera de su matrimonio. Esta actitud resultaba de vanguardia dentro de una sociedad donde los padres no estaban obligados a mantener económicamente a los hijos de sus amantes. De hecho, el caso de Capetillo resulta una excepción a la regla de lo que era habitual para aquel entonces. No fue sino hasta casi 80 años después cuando el gobernador Luis Muñoz Marín estableció como compulsorio el sustento de los hijos nacidos fuera del matrimonio. Desde esta perspectiva Luisa Capetillo fue una mujer de vanguardia en los derechos de la niñez puertorriqueña; al exigir cierto bienestar para sus hijos, en un periodo histórico donde la dejadez de las madres eran la orden del día, sobre todo en las clases bajas. Los niños en la mayoría de los casos podían ser vistos hasta como estorbos dentro del hogar y esto Luisa Capetillo supo contrarrestarlo con sus acciones y exigencias económicas al padre de sus crías.
Luisa Capetillo le dio lugar, reconocimiento, a los hijos nacidos fuera del matrimonio, aunque para aquel entonces, fuera simplemente un acto simbólico que no tuvo repercusiones en el resto de las mujeres de su época. Era duro reconocerse como querida, conducta que podría interpretarse como anticristiana y lujuriosa desde muchos enfoques. Las mujeres preferían callar, achacarle el hijo al marido, si lo tenían o someterse a prácticas abortivas de alto riesgo en donde exponía su vida a merced del proceso remédiativo. Las lenguas degradadoras nunca pudieron detener el espíritu libre y la conciencia clara de Luisa Capetillo que en vez de limitarse, se volvió una mujer más combativa y aguerrida en defensa de sus ideales.
Trasfondo histórico de la niñez de finales del siglo XIX y las posturas de Luisa Capetillo
Durante finales del siglo XIX la mayoría de los niños nacidos en la colonia de Puerto Rico vivían en condiciones infrahumanas, La pobreza y la hambruna en la que había sumergido España al País en ciertas zonas y lugares podrían compararse con el peor de los campos de concentración del Holocausto de Hitler. La desnutrición y falta de cuidados médicos, llegaban al grado de estos morir de hambre y enfermedad sin que hubiera alguna consecuencia para sus padres. Muchos andaban la mayor parte del día realengo, a mercede de la dadiva de algún vecino caritativo y tenían muy poca o ningún nivel de escolaridad, sobre todo en las zonas rurales. De las cuales es muy poco habla, casi nada, y lo que se ha escrito acerca de esta realidad, suele permanecer encajonado en cuartos de bibliotecas, que muchas de ellas se encuentran en el exterior de la Isla. Luisa Capetillo se preguntaba como era posible que se le entregara a la mujer de finales del siglo XIX la ardua labor de criar a los hijos, mientras se le negaba el acceso a la educación. Era un laberinto si salida, cuyo único fin parecería ser, mantenerlas eternamente atadas a su condición de inferioridad y semi-exclavitud.
Ante esta realidad espantosa Capetillo entendía que la mujer debía instruirse para que se eduque a sus hijos con corrección, para así obtener el respeto de su marido y compañero, y para que, en caso de que sobrevenga la separación de los cónyuges, la mujer esté preparada para sobrellevar la responsabilidad económica e intelectual del hogar. Luisa cree que el hombre y la mujer deberán unirse sin contrato alguno, siempre por amor y no por conveniencia de las familias. Luego, debe aspirar, en la unión entre el hombre y la mujer, a que exista el respeto y el apoyo mutuos. Para ella no debe existir la doble moralidad, mediante la cual el hombre puede serle infiel a la mujer mientras ella se ve obligada a quedarse en el hogar soportando una situación denigrante. Para Luisa Capetillo, el matrimonio debe ser por amor, así debe permanecer, por amor. En el caso en que uno de los cónyuges desvié hacia mieles nuevas, por lo regular cuerpos mas jóvenes, deben separase como pareja, evitando también que la mujer quede abandonada, sino ubicada en un nuevo rol, educada para trabajar en un oficio satisfactorio y apta para poder rehacer su vida. Este pensamiento vanguardista, dentro del contexto insular, chocaba con la idea de que la mujer era para casa, se debía casar solo una vez y permanecer con ese marido hasta el día de su muerte. No empecé de las desgracias que suscitarse dentro de la relación. Todo este modelo de la posición de la mujer dentro de la sociedad, estaba reforzado por el aparato religioso: La Iglesia Católica. Quien dominaba de forma masiva las creencias de los puertorriqueños. Y aunque a finales del XIX ya existía una que otra vertiente religiosa, como lo era el caso del espiritismo que Luisa Capetillo profesó en su vida, era simplemente una minoría. ¿Y los niños que? Los niños eran responsabilidad siempre de la madre, como apéndices que se adherían a ella con cada parto. No se tomaban en consideración por la mayor parte de la sociedad, a no ser que se perteneciera a la elite adinera de la época, donde como mencionamos antes, sí eran educados y tenían comodidades envidiables en buena parte de los casos. La posición y percepción de la niñez, estaba determinada por la clase social de la cual estos provinieran.
Luisa Capetillo fue enfática en que no debía existir diferenciación en la manera en que se debía educar a las niñas en comparación con los niños. No creía que se deben enseñar unos elementos a las niñas y otros a los varones sino que todo debía fluir por medio de una educación libre para ambos sexos, en todas las materias, incluyendo las ciencias y las artes, de un lado, y, del otro, la educación física, la gimnasia y la calistenia. Para ella, la educación de las niñas debe estar a la par con las de los varones, ya que sus capacidades y potenciales son iguales. Todo esto a tono con ideología feminista.
La importancia de la Instrucción para que los niños sean felices
Antes de entrar de lleno con el análisis de la posición de la niñez puertorriqueña en Ensayos libertarios, pido permiso, para abrir un breve paréntesis anecdótico. Deseaba contar lo que sucedió cuando sometí la propuesta de esta monografía.
Recuerdo… Elidio la Torre (profesor evaluador) me miró con cierto grado de escepticismo al ver la propuesta de mi trabajo: “se te van a terminar el material de argumentación antes de que culmines tu segunda página de la monografía. –sentenció.
Aquella subestimación fue un golpe duro a mis aspiraciones, pero aun así mantuve mi propósito. La subestimación fomentaba el reto y siempre ha sido engendradora de la excelencia. “Vi el vaso medio lleno” y me atreví, entonces de forma sutil continúe en silencio con mi trabajo. Comencé una investigación formal, a ver si alguien había realizado algo que se le pareciere. Para mi sorpresa y hasta donde he logrado investigar, nadie se había enfocado en tema de la niñez con esta autora puertorriqueña. ¡Bingo! Tenia algo bueno que trabajar, una mujer que en tantas ocasiones abogó por la niñez puertorriqueña en su tiempo y por consecuencia compulsoria del nuestro. Ciertamente no lo hizo de forma directa en la mayoría de los casos, como ocurre en otras figuras históricas, pero lo hizo y lo probaremos a continuación.
Pocos han leído Ensayos libertarios de Luisa Capetillo, texto que sirve de hilo conductor para esta monografia y no considero que sea porque se pueda categorizar como un trabajo mediocre. Siempre parto de la premisa de que el hecho de que algo sea desconocido, no significa que deba ser descartado, o que no posea ningún valor literario o elementos de altura para un estudio académico. Sino todo lo contrario, tanto así, que me tomo el atrevimiento de posicionarlo en el nivel intelectual, argumentativo y retórico de Nuestra América; ese ensayo ejemplar del cubano José Martí donde aunque en otra dirección y de una forma más inclusiva, presenta de manera similar la enajenación del campesino nacional ante los atropellos de los entes foráneos en nuestras tierras de América. Cabe citar, ese principio tantas veces leído por miles de personas que de una manera u otra se han topado con su obra:
Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal.
Nuestra América, al igual que otras tantas obras contemporáneas con Ensayos libertarios, muestras preocupaciones similares en un mismo momento histórico. Y aunque no es casualidad que ciertas temáticas de cubanos y puertorriqueñas se crucen a finales del siglo XIX y principios del XX, por las razones histórico-culturales que nos unieron como países, no es menos cierto que unos tuvieron mayor exposición que otros. En el segundo plano queda Luisa Capetillo junto con otros excelentes autores nativos que han sido forzados a quedar en el limbo, en un olvido parcial, esperando a ser redescubiertos por sus sucesores, herederos naturales de estas grandes obras literarias.
Existen muchas maneras de uno adentrarse en la interpretación un texto literario, yo escogí hacerlo en el caso de Ensayos libertarios de dos formas: la primera es interpretando lo que se dice directamente y la segunda es bajo el método deductivo de lo que está escrito en el texto. Partiendo de estas dos metodologías comienzo a demostrar la importancia que tenia para Luisa Capetillo la niñez puertorriqueña durante la redacción de su obra. Cabe tomar como punto de partida para este análisis la primera oración del primer ensayo de esta obra:
La instrucción es la base de la felicidad de todos los pueblos.
Breve, precisa y concisa resulta esta primera oración que para un lector casual podría estar totalmente apartada de lo que pudiera ser la lucha por la niñez puertorriqueña y su valoración plena. Pero si deconstruimos la oración, notaremos que no se requiere de mucha indagación para asociarla rápidamente con un reclamo en favor de los más jóvenes. El primer aspecto que debemos tomar en consideración es que dentro de la Isla no existían instituciones de educación Superior a finales del siglo XIX, así que la educación que se impartía aquí era mayormente a nivel elemental y como ya habíamos mencionados para unos pocos. Al Luisa Capetillo adoptar la posición de que la instrucción es la base de la felicidad está queriendo decir que nuestros niños deben ser instruidos para ser felices. Ya que esta labor se empleaba durante los primeros años de vida del nativo puertorriqueño como ocurría y sigue ocurriendo en la mayoría de los países. Desde esta perspectiva podemos tomar como base el que se esta haciendo un reclamo en favor de la educación de nuestros niños desde el inicio de este conjunto de ensayos.
Los niños pobres no deben ser explotados
Luisa Capetillo reprocha la explotación infantil, el tener a los niños pobres trabajando en vez de ser educados como ocurre con los hijos de las familias adineradas, según hemos mencionado a lo largo de esta monografía, representaba una preocupación latente en Capetillo Para sostener este argumento cabe citar:
¿Y acaso trabajan las esposas e hijos de los explotadores?
Con esta pregunta, nos esta poniendo en perspectiva el hecho de que algunos niños trabajaban y otros no. Evidentemente y como ya hemos mencionado antes, dependiendo de la clase social a la cual el menor perteneciera.
Los embates de la pobreza en la niñez puertorriqueña y el resto de la sociedad según Samuel Gompers
Las condiciones de pobreza del País mencionadas anteriormente y que pudieron parecer de seguros exageradas al compararlas con las condiciones alimenticias, morales y sociales en las que vivían los cautivos judíos durante el periodo del holocausto. Seguro causaron cierto estupor entre los que acostumbran tapar el cielo con la mano cuando se trata de temas sensitivos relacionados a su País. Es oportuno mencionar algunas de las líneas escritas por Samuel Gompers en “Justicia para Puerto Rico’’ a principios del siglo XX.
Es meritorio mencionar que Gompers era el presidente de la American Federation of Labor y ejercía cierta influencia con aquellos que simpatizaban con su organización, como lo era el caso de Capetillo, sino que también sobre el Congreso de los Estados Unidos, por su buen número de afiliados. Las citas que presentaré a continuación forman parte de un estudio realizados precisamente para el congreso de Estados Unidos de Norteamérica. Los interesado en obtener el informe completo, les hago constar que donde único se puede encontrar una copia accesible a este documento es en la Colección de libros raros de la Unviersidad de Puerto Rico.
Aunque poco simpáticas las impresiones de Gompers no están muy distantes de las de Capetillo y otros autores que escribieron acerca de la pobreza extrema de la Isla:
Una tierra que es tan rica (Puerto Rico) en donde los frutos crecen de una manera poderosa y mágica, en donde pueden obtenerse tres cosechas al año y sin embargo hay hambre. ¡El pueblo esta hambriento!
Nunca en mi vida he visto tantos hombres con sus ropas rotas y niños descalzos y semidesnudos. Jamás vi tantos seres humanos con las señales de la mala alimentación, ni tantas mujeres ni tantos niños con las horribles señales del hambre en sus rostros.
Allí en aquellas habitaciones obscuras, habita el padre la madre y los niños, allí comen, allí duermen y allí cumplen las funciones de su vida. He visto diez y doce personas juntas en una pequeñísima habitación. No es uno sino miles de ejemplos.
Es evidente para cualquier extranjero y local que muchos niños se estaba muriendo, literalmente de hambre. La pregunta que hago hoy, es cuanto niños continúan bajo condiciones similares hoy en día. Que tanto puede haber cambiado esta dura realidad en nuestros niños pobres de hoy en día. Porque sin ningún animo de ser fatalista, me introducido a algunas de las barriadas mas pobres de este País y me he topado con imágenes similares a las que Gompers describió en su informe. Ninos semidesnudos caminando entre la pocilgas de casas, con la señales de la mala alimentación a flor de piel, descalzos y semidesnudos. He conocido familias, sobretodo de ascendencia extranjera en donde se aglutinan más de una decenas de personas en pequeñas habitaciones, y todo esto pasa de forma natural, hoy en el siglo veintiuno. Quizás el desarrollo muñocista trajo algunos cambios significativos en la fachada de nuestro País. Pero en cuanto a condiciones de vida, hay ver para creer como se vive en ciertos sectores donde nuestros niños siguen pasando hambre…
Visión de Luisa Capetillo para la niñez puertorriqueña
Quien ose pensar que Luisa Capetillo no tenía una misión latente para los niños puertorriqueños, porque este no era el tema principal de sus escritos, está tan enajenado como el que cree que Puerto Rico no es una colonia porque se llama: Estado Libre Asociado.
Volviendo a su primer Ensayo de Ensayos Libertarios podemos leer:
Procuremos extirpar estas costumbre en las generaciones que crecen (los niños) para que no se acostumbren a ese sistema explotador.
La base y esperanza de la lucha de Capetillo estaba puesta sobre las generaciones que crecen (los niños). Ellos serian quienes en el mañana transformarían el País y cambiarían el sistema explotador en el que se encontraba inmerso. El planteamiento era simple, una niñez educada y preparada, no permitiría en su adultez el atropello al que fueron sometidos sus predecesores. Por consiguiente su “carta debajo de la manga” era que los niños se preparan y educarán de forma tal no que permitieran el abuso económico y socialque sufrieron sus predecesores.
Trato de las madres explotadas hacia sus hijos
Quien no haya entrado a un residencial público o barriada y escuchado los gritos e improperios que las madres emiten hacías sus hijos, no vive en Puerto Rico. Y esta expresión la hago con toda conciencia de que tenga una connotación clasista y discriminatoria. Porque para aquellos que viven en el Puerto Rico de los “riquitos”, enajenados de las desgracias que atraviesan nuestros menores de las clases desventajas pondrían de seguro algún gesto de enajenación primero y distancia después.
Mientras leo a Capetillo, reflexionó y notó lo poco que ha cambiado nuestra sociedad en cien años. Lo poco que se ha caminado en cuanto al trato de la niñez por parte de algunas madres. No somos tan distintos como sociedad, y nuestros valores parece van en descenso, cuando lo natural es que evolucionáramos a un mejor País. Recientemente surgió la noticia de una madre que tuvo a su hijo muerto en un refrigerador durante cuatro meses. Este hecho sirve de medidor de como nos hemos ido insensibilizando con nuestra prole. Capetillo alude a esta conducta cuando dice:
La madre se encoleriza con facilidad, azota de un modo estúpido y salvaje a sus hijos y les atrofia el cerebro; debido a la insuficiente alimentación y al excesivo trabajo, y como no puede atender a sus hijos… sus hijos van aquí y más allá, sucios y rotos, con frases mal sonantes, no van a la escuela, pues la madre no se atreve a enviarlos descalzos y sucios.
Como maestro del sistema publico de enseñanza conozco en carne propia decenas de caso de madres que no envían a sus hijos a la escuela por carecer del dinero suficiente para comprarles el uniforme, el calzado y los elementos básicos que se requieren en un salón de clases.! Lo he vivido!, esto no ha sido un cuento de segundas manos, esta situación forma parte de mis vivencias. Y como tal, me lleva a preguntarme:
¿Cuántos hemos evolucionado en realidad en estos últimos cien años? La critica y la preocupación están ahí latentes y la desgracia en todo esto, es que todavía tienen vigencia.
La indiferencia de las familias ricas con los hijos de sus peones y criadas
Del primer ensayos de esta obra extraordinaria de Luisa Capetillo, podemos ver como la temática gira en torno a las condiciones de vida en la que se encontraban los trabajadores puertorriqueños y por consecuente, sus niños. El segundo ensayo, no tiene que ver con el tema del salario ni las condiciones infrahumanas de las familias nativas. Sino que toca el tema de las actitudes que tienen los ricos hacia sus empleados. Va al sentido mismo del carácter de la persona en torno a como trata a los hijos del otro. Aun estos viviendo en la casa o cerca de ella, porque son los hijos de las criadas, de los trabajadores de la tierra, de los agregados que al final de cuentas son la razón de su riqueza. Leamos el primero de los argumentos que Capetillo expresa en favor de los hijos de los criados en este segundo ensayo:
como pueden ver la miseria de sus hermanos en su misma casa y se hacen los ciegos, y en sus manos está poder remediar un poco; interesándose porque se instruyan sus hijos y tratarlos como de la familia. No lo hacen, ven en los hijos de sus cocineras a seres menores que ellos, y no permiten que sus hijos les reúnan y no los ensenan si tienen malas costumbres, para poder despreciarlos y no interesarse. Porque es la verdad, que si la dueña de la casa toma al hijo de la cocinera, y lo envía a bañar y luego lo envía a la escuela y está en contacto con sus juegos y se interesa igual que lo haría con sus hijos, le tomara tanto cariño luego y le tendrá el mismo interés que para sus hijos. Seria gran ventaja para la generación que crece…
Sin duda alguna la critica hacia mirada indiferente de los dueños de la casa con los hijos de las criadas es una actitud que vale la pena repensar. Como se comportan las clases altas, hoy en día aquellas que todavía poseen el privilegio de tener criadas con los hijos de sus empleadas domésticas como suele denominárseles en el presente a las mujeres que realizan este tipo labor en el hogar. ¿Qué tanto ha cambiado la sensibilidad de nuestra clase pudiente con sus más allegados pobres? ¿Ha cambiado en algo? Quizás sea lo que deberíamos preguntarnos. La preocupación de Capetillo era genuina y vuelvo a repetir que su esperanza estaba en los niños que venían creciendo. Aquí estriba la importancia de la niñez en Ensayos Libertarios. Una importancia que ha sido obviada, olvidada o simplemente descartada para encasillar a de forma consiente o inconsciente a Luisa Capetillo en los clichés clásicos de las luchas obreras, que si muy bien son ciertos, como expresé en un principio, ya están desgastado. La cita anterior nos muestra una mujer que aboga por la formación de los herederos de esta sociedad y es una perspectiva en cuanto al carácter literario de la autora, que debe ser tomado en consideración, antes de descartarlo con cierta facilidad. El sentido humano al que apela la autora debería llevarnos a una reflexión interna en cuanto a como nos comportamos con los hijos del otro y en cuanto bien podríamos hacerle a la sociedad si trabajamos en conjunto para que crezcan con valores, alejados de las malas costumbres, bien educados como los de las clases pudientes.
Las consecuencias de no educar a los niños para sus padres
Como si se tratara de una ley reciproca, Capetillo advierte que aquellos padres que no educaron a sus niños en las edades tempranas, cuando lleguen a la adultez les espera mendigar o estar condenados a permanecer en un hospital mientras esperan la muerte:
Cuando llegue a una edad avanzada, ¿que le espera? Mendigar o el hospital.
Pues si tiene hijos que se han quedado en la ignorancia, no podrán serles útiles, pues a donde van a parar es a la carretera, a la hacienda, que lo pagan a 50 0 60 centavos, escasamente para alimentarse bien, para impedir la anemia, cuanto mas para la anciana inútil, que anda en el final de sus días. Pues su hijo o hija no pueden hacer más.
Esta realidad se repite en nuestros tiempos donde en ocasiones por descuido voluntario y en otras por falta de recursos, abandonamos a nuestros padres a merced de la caridad de algún vecino o entidad gubernamental o privada que les suprima el hambre y sus necesidades más básicas.
Conclusión
El poder demostrar que la escritura de Luisa Capetillo va más allá de la temática sindicalista, anarquista, feminista y espiritista en sus textos, quedó demostrada a través de esta breve monografía donde se expuso la presencia de la niñez puertorriqueña en los dos primeros capítulos de Ensayos Libertarios. Durante el proceso de lectura e investigación, me percaté que existía mucho material virgen, en cuanto a la obra de Luisa Capetillo que no ha sido sacado a la luz. Recomiendo a los jóvenes intelectuales que viertan su mirada no tan solo en Luisa Capetillo, sino en otros tantos autores de finales del siglo XIX que han quedado olvidados en el tiempo y que sus palabras aun tienen vigencia y algunos casos hasta mas pertinencia que en el momento en fueron redactadas…
Autor: José Israel Negrón Cruz
Fecha: 23 de noviembre del 2013
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